Ruiz-Mateos culpa otra vez a los banqueros de sus problemas
Las empresas del conglomerado Nueva Rumasa se prestaban unas a otras, como en una reedición del 'imperio de la abeja'
MADRID. Actualizado: GuardarComo en una reedición de lo ocurrido hace casi tres décadas, el patriarca de Nueva Rumasa, José María Ruiz-Mateos, echa de nuevo la culpa a los bancos de los problemas que atraviesa su imperio. El comportamiento del Santander, «un banco que es el segundo del mundo, deja mucho que desear», declaró a Punto Radio. Y añadió que estaba intentando hablar con Emilio Botín, «pero no se pone». La deuda de una serie de empresas de Nueva Rumasa con el grupo Santander es elevada. La que mantienen las empresas Dhul, Cacaolat, Hibramer, Carcesa y Zoilo Ruiz Mateos supera los 140 millones de euros. En los orígenes del 'imperio de la abeja', Ruiz-Mateos acudió al Banco Popular en demanda de refinanciación, y mantuvo un enfrentamiento con el entonces presidente, Luis Valls Taberner, a quien acusó de no haberle prestado el oxígeno necesario para la supervivencia de sus sociedades antes de que se produjera la expropiación.
El presidente de Nueva Rumasa intentó salir al paso de las acusaciones de haber destinado los fondos captados de los inversores a proyectos diferentes de lo comprometido, e insistió en que «todo el mundo va a cobrar, y a lo mejor antes de lo que algunos creen». «El que está aquí es el que sabe lo que tiene, y el patrimonio de Rumasa es inmenso, enorme, para la gente que todavía está más familiarizada con las pesetas, son mil millones», declaró. La cifra entra obviamente en contradicción con los datos aportados por el equipo de Nueva Rumasa en conferencia de prensa, cuando cifraron el patrimonio en unos 5.800 millones de euros.
La información financiera del grupo es inexistente o al menos no ha sido difundida por los canales habituales. Tampoco estaba obligado a mayores exigencias, al no constituir un grupo consolidado, sino un conglomerado de empresas con participaciones cruzadas. Tampoco abunda la información societaria, a excepción de las cuentas de resultados y balances que la ley obliga a depositar en el Registro Mercantil a las empresas que quieren seguir operando.
Agujero multimillonario
Explorando en los 'folletos' no oficiales difundidos por las empresas que emitieron pagarés, aparecen anuncios de planes de expansión que no llegaron a cuajar. En 2009, Carcesa obtuvo 70 millones, pero con ese dinero solamente se compró Queserías Menorquinas. Parte de los recursos obtenidos de los ahorradores se destinó a préstamos a otras empresas del grupo, que en ese año ascendieron a 124 millones de euros. En la Rumasa primigenia, una estrategia de este tipo posibilitó la formación de la trama empresarial que la intervención desentrañó una vez tuvo en sus manos los libros de cuentas y que mostró un agujero multimillonario.
El Gobierno, en esta ocasión, se ha limitado a recordar que la Comisión Nacional del Mercado de Valores avisó en varias ocasiones de los riesgos de comprar pagarés o participar en ampliaciones de las empresas de Nueva Rumasa. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, aseguró al término del Consejo de Ministros que el Ejecutivo había hecho «cuanto estaba en su mano» y evocó los cambios legislativos introducidos, que desalentaron la emisión de pagarés ante los nuevos requerimientos informativos y de control. Desde la oposición, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, replicó que las alertas del regulador «no siempre llegan al pequeño inversor».