JUANSE (II)

No quiero hacerle un monumento al chaval porque está claro que cuando te hacen uno a los pocos días se te cagan encima las palomas, como dijo el mítico Curro Romero el día que le inauguraron el suyo frente a la Maestranza. Sin embargo, no es menos cierto que el pasado domingo fue el mejor, con bastante diferencia, en el partido que los amarillos, con angustia incluida, lograron remontar frente al Estepona y que, de paso, les sirvió para volver a situarse en los lugares de liguilla. ¡Cómo estará el grupo para que el Cádiz, con la temporada que está haciendo, vuelva a colocarse en la zona de privilegio.

El caso es que nuestro protagonista, Juanse, se echó el equipo a las espaldas y, pese a que llegó en principio como refuerzo para el Cádiz B, aportó mucho más que algunos de los integrantes que cobran como profesionales de la primera plantilla amarilla.

Para empezar, tuvo capacidad para girarse con un balón en el centro del campo, «virtud» que no abunda precisamente entre la mayoría de los peloteros cadistas. Su segunda delicatessen consistió en recorrerse todo el campo e ir driblando a todos los que salían a su paso. Algunos podrán acusarle de «chupón» pero lo único cierto es que no se veía desde hacía tiempo una jugada personal cargada de tanta clase. Y, lo mejor, sacó un córner y estuvo a punto de marcar un gol olímpico. Eso si que no se recordaba en Carranza desde tiempos inmemoriales.

Su buena actuación tiene una segunda lectura igualmente importante y que afecta directamente al entrenador Jose González. Hay que ser valiente para jugársela y darle confianza a un futbolista al que, por cierto, era pretendido por otros equipos de más fuste. Ya le pasó en su día con Pablo Hernández al que le dio la camiseta de titular al principio de la segunda vuelta y la osadía le proporcionó excelentes resultados. No es que Juanse sea Pablo, pero la predisposición del técnico es similar. Y la del futbolista parece que también.