Bahréin se asoma a la división sectaria
Las autoridades decretan el estado de emergencia y despliegan al Ejército tras una jornada de dura represión
EL CAIRO.Actualizado:Al menos seis muertos, cuatro de ellos en la jornada de ayer, y cientos de heridos. Botes de humo, porrazos, carreras y los militares en las calles. Bahréin recoge el testigo de Túnez y Egipto y se levanta contra el mandato de la casa real de los Khalifa, en el poder desde 1783. Las autoridades han decretado el estado de emergencia y advierten de que no tolerarán más disturbios. Los manifestantes se hicieron fuertes en la plaza de la Perla de la capital, Manama, y montaron un campamento al estilo del cairota de Tahrir, pero las fuerzas de seguridad irrumpieron de madrugada y limpiaron la zona sin contemplaciones. El portavoz del Ministerio del Interior, Tariq Hassan al Hassan, declaró que «las fuerzas de seguridad evacuaron a los manifestantes la zona de la rotonda tras intentar por todos los medios dialogar con ellos».
Fuentes del Ejército, por su parte, informaron de que medio centenar de policías resultaron heridos durante los enfrentamientos con los manifestantes, que usaron «espadas, cuchillos y dagas». Una versión diferente a la que ofrecen los grupos de la oposición política del país, que hablan de «una decisión para hacer daño al pueblo», según Ibrahim Mattar, diputado del Wefaq, partido opositor que cuenta con 17 de los 40 escaños de la Cámara Baja, y que denuncia también la «desaparición» de varios de los manifestantes.
Desde Egipto miran con atención las noticias que hablan del levantamiento en este pequeño archipiélago de treinta islas con un total de 727 kilómetros cuadrados y con apenas un millón de habitantes, algo menos de los que tiene el barrio de Zamalek en El Cairo. Este microestado islámico es casi un desconocido en una región en la que hasta ahora solo se conocían sus enormes reservas de gas y petróleo, sus complejos hoteleros de lujo y el Gran Premio de Fórmula 1, cuya celebración el mes próximo está en el aire debido a los graves disturbios.
Estados Unidos, sin embargo, sí conoce bien una isla cuyo régimen es un estrecho colaborador de Washington. Bahréin es la base de la V Flota de la Marina y ha sido uno de los puntos de acceso a la región a la hora de llevar a cabo operaciones en las dos guerras de Irak (1991 y 2003). Por eso desde la Casa Blanca siguen los acontecimientos «de cerca» y piden «contención a las partes y evitar el uso de la violencia», declaró el portavoz del Pentágono, el coronel Dave Lapan.
Hillary Clinton fue más allá y solicitó «contención en el futuro», y la oportunidad de discutir «posibles reformas políticas y económicas que beneficien al pueblo», siguiendo con el tono de apoyo a los levantamientos que afectan a la región desde comienzos de año. Un mensaje que captado por el régimen que por boca del vicepresidente del Parlamento, Adel al Moauda, del partido Asalah, aseguró que «el gobierno está dispuesto a conversar, pero eso lleva tiempo».
Guerra sectaria
El levantamiento popular no grita contra Estados Unidos. Se basa más en los problemas sectarios entre la mayoría de la población -el 70% pertenece a la secta chií del Islam, como en el vecino Irán, aunque los partidos chiíes no persiguen un modelo como el iraní y tampoco hay pruebas de que reciban financiación de Teherán- y la minoría suní que controla la vida política y económica.
El ministro de Exteriores, Sheikh Khaled bin Ahmed al Khalifa, justificó precisamente la dura respuesta para disolver la protesta ciudadanas en el centro de Manama como una medida para «evitar caer en el abismo de la guerra sectaria». Los manifestantes salieron a las calles el lunes pidiendo reformas en el sistema y una auténtica monarquía constitucional en la que el poder ejecutivo estuviera en manos del Parlamento, no de la familia real. Pero tras los graves sucesos de ayer se empezaron a escucharse gritos a favor del fin de la monarquía, según la cadena Al-Yasira. La capital permanece tomada por las fuerzas de seguridad que bloquean los accesos al centro y han pedido a los vecinos que no salgan de sus casas. La revolución ha llegado también al Golfo Pérsico y su primera estación es Bahréin.