Cesc juega contra su destino

Dicen que el destino tiene reservada una plaza para Cesc Fàbregas en el Barça. Ese era su sueño de niño y es su deseo de adulto. Sólo un arrebato de adolescente le alejó del club de su corazón en 2003. Tenía 16 años y acababa de ganarlo todo en el Cadete A azulgrana al lado de sus buenos amigos Piqué y Messi. Pese a jugar de pivote defensivo, había marcado más de 30 goles. Pero ni él ni su entorno veían claro el salto al primer equipo en una posición con mucha competencia (Xavi, Iniesta...) y decidió aceptar una oferta del Arsenal. Y no le fue mal. Encontró en Arsène Wenger a un padre deportivo que le mimó y pulió hasta convertirle en el capitán de los 'gunners'.

Posiblemente nunca se hubiese arrepentido de aquella marcha de no ser por la llegada de Pep Guardiola al banquillo del Barça en 2008. Desde Londres comenzó a ver la apuesta por la cantera del técnico de Santpedor, celebró en la distancia los títulos de sus amigos, disfrutó con su fútbol... Y un día vio claro que era el momento del regreso a casa.

En la selección, le han abierto públicamente las puertas del vestuario del Barça. Pero el poder del dinero es superior al de las estrellas y los 40 millones en los que se plantó el Barça no sedujeron a Wenger. Esa es la historia de Cesc Fàbregas, que ahora disputará la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones en el lado que no quería, obligado a superar al equipo al que volverá a intentar irse en verano.

Wenger recupera, por lo menos para entrar en la convocatoria, a Nasri, que hasta que se lesionó hace tres semanas estaba protagonizando su mejor temporada. Siguen de baja el central Vermaelen y el portero Fabianski. Y está sancionado Sagna, el lateral derecho titular.

En el Barça se confirmó la ausencia de Puyol por lesión, además de la de Jeffren, mientras que el canterano Thiago fue la novedad en una convocatoria de 19. El equipo azulgrana, en contra de lo habitual, no realizó un último entrenamiento en el Emirates Stadium, sino que lo hizo antes de volar en la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, quizás ensayando algo distinto después de que el Sporting descubriera alguna de sus debilidades.

Pep Guardiola, que ya dejó claro en los últimos días que del futuro de Cesc no habla porque sería una falta de respeto hacia un club como el Arsenal, ha exigido la máxima intensidad a sus jugadores en una competición a la que ha dado prioridad absoluta, como demostró en El Molinón al dar descanso a Abidal, Busquets y Pedro con la Liga en juego. Le costó dos puntos, pero quién sabe si ganó una frescura fundamental para la Liga de Campeones.