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«Ahora que ya no dependo de una máquina me siento liberada»

C. MALAGÓN
CÁDIZ.Actualizado:

Auxiliadora Moreno es la presidenta de Alcer en Cádiz (Asociación para la lucha contra las enfermedades renales). Su enfermedad se llama nefritis intersticial, un trastorno renal por el cual los espacios entre los túbulos renales resultan inflamados y esto puede afectar al funcionamiento de los riñones. En su caso le causó una insuficiencia renal crónica, que empezó a dar la cara con 18 años.

A sus espaldas tiene 26 años de diálisis y tres trasplantes de riñón de tres donantes fallecidos. El primero fue en el año 1983, «y el mismo día de la operación me lo tuvieron que quitar porque sufrí un rechazo hiperagudo». En el año 92 vendría un nuevo trasplante y «un rechazo agudo». Finalmente, en 1999, «el último y éste, afortunadamente, va muy bien».

Los tiempos han cambiado y «las técnicas que hay ahora y la medicación son muy distintas». Tampoco antes «se diagnosticaba como ahora» y la técnicas de diálisis han mejorado. «La diálisis es como una lavadora, pero la máquina no tiene la función endocrina del riñón. Ahora esta carencia se sustituye con medicamentos que antes no existían».

Atrás han quedado los años de la diálisis. Auxiliadora comenzó con ella en 1973. Las dos primeras fueron peritoneales, la técnica que utiliza como filtro una membrana natural (el peritoneo), y cesaron cuando Auxiliadora tuvo peritonitis. A partir de entonces, se sometía tres veces a la semana a hemodiálisis (que requiere una instalación específica), ocho horas en cada sesión. En aquella época, la dificultad añadida era que en Cádiz apenas había máquinas para diálisis «y muchos enfermos se marchaban a Madrid y a Barcelona».

«La vida en diálisis es muy dura. Fui programando la mía en función de la diálisis, y ahora que ya no dependo de una máquina para vivir me siento liberada física y psíquicamente». Aún así, Auxiliadora logró terminar sus estudios de COU en un centro nocturno y hasta llegó a 4º de Medicina. «Me integré bien, hacía casi la misma vida que el resto de mis compañeros».

Si tiene algo que agradecer es «la generosidad de las familias de los donantes fallecidos». «Gracias a ellos muchos como yo seguimos viviendo, y más es el caso de gente que necesita un pulmón o un corazón y que no puede depender de una máquina como nosotros».