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Peligro: bocazas sueltos

JAIME PASTOR ROSADO
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Tan a pies juntillas y con tanta aplicación quiere escenificar González Pons la deriva del Partido Popular hacia la ultra izquierda (han retomado la designación del proletariado como sujeto revolucionario histórico) que sus comparecencias acaban resultando un ejercicio de sobreactuación patético y ridículo. El PP ha pasado de ridiculizar, precisamente, las manifestaciones con pancartas que la gente hacía cuando este partido estaba en el gobierno, a incitar a la ciudadanía española a una protesta radical y en masa contra Zapatero, similar -eso ha dicho González Pons- a la que estos días ha protagonizado el pueblo egipcio. Por supuesto que, en el mar de banalidades y estupideces que la ciudadanía se ve obligada a soportar cuando están cerca unas elecciones, esta de González Pons merece ocupar un sitio destacado en el Guinness de los disparates.

Tenemos un problema de impunidad. Cuando a un representante político le dejan suelto para que diga públicamente semejantes barbaridades, es que algo falla en nuestro sistema. González Pons, tal vez traicionado por su subconsciente, ha contemplado la posibilidad de que Zapatero sea derribado a la manera de Mubarak. Hacer caer a un dictador con la valiente y constante presencia del pueblo en la calle es un recurso legítimo, en cuanto que se trata de acabar con una situación ilegítima. Pero cuando se asocian estos hechos con el gobierno de España, ¿está diciendo González Pons que son extremos comparables?

Desde luego, es algo normal en democracia que el partido de la oposición llame a la ciudadanía a manifestar el descontento contra el actual gobierno saliendo a la calle. Pero no es normal, ni lícito, ni serio, ni honrado, sino una maniobra 'golfa', hacer comparaciones como las que ha hecho González Pons de manera frívola e irresponsable. En democracia, un golfo así merece un bozal, al objeto precisamente de salvaguardar el mayor principio democrático que debe respetar todo representante político: la responsabilidad.

La igualdad en democracia no quiere decir que todo de igual. ¿Qué será de la dignidad y de la inteligencia de los ciudadanos cuando queden unos días para las elecciones y este prócer portavoz acabe sucumbiendo a la neurosis del poder que le tiene ya fuera de sí? Que González Pons ocupe un cargo de responsabilidad política es lamentable; oírle hablar y verle abrir la boca es, sencillamente, repugnante.