EL ROJO SE QUITA LA CARETA
Actualizado: GuardarTodo estaba dispuesto para que el glamour que otros años había estado algo huidizo no pasara de largo por el cine español. Fecha conmemorativa, cambio de escenario, e incluso, un cierto morbo que añadía misterio. Parecía que todo iba bien hasta que apareció la lluvia, la del cielo y la de los abucheos. Ambas intentaron aguar la fiesta pero la función tenía que continuar. Y como arma, dos colores: el rojo y el negro que vistieron para la ocasión a actrices y actores muy sobrios en general. Lo doméstico, lo de casa, tenía visos de acercarse a ese halo hollywoodense tan lejano que solo acercó por un instante Javier Bardem. La gran ausente fue Penélope Cruz, que el año pasado deslumbró con el recordado Versace vintage blanco.
Comenzó el espectáculo sobre una alfombra que, afortunadamente, cambió este año el verde por el rojo. Y fue este último. El color carmín fue el elegido por numerosas actrices. Entre ellas, una deslumbrante Lucía Jiménez, de Pedro del Hierro, o unas maravillosas veteranas Ana Belén, Verónica Forqué y Marisa Paredes que volvieron a demostrar que la elegancia no entiende de carné de identidad.
Los primeros en inaugurar la alfombra fueron esa gran terna de actores y actrices jóvenes. Entre ellas, la televisiva Inma Cuesta, muy guapa con un vestido negro de Óscar de la Renta, una altísima (15 centímetros de tacón) Dafne Fernández, fiel a Hannibal Laguna, o María Valverde, bellísima, de Stuart Weitzman.
Entre las ya habituales destacó sin duda el vestido Silvia Abascal, un palabra de honor dorado y negro con cola; Elena Anaya, muy favorecida de verde, firmado por Elie Saab; Pilar López de Ayala con un impactante toupé y vestido de Chanel negro; y la explosiva Natasha Yarovenko, de Roberto Cavalli. Y entre las eternas, Maribel Verdú, muy guapa de negro; y Emma Suárez y Belén Rueda, de Gucci. En esta edición, pocas osadías estéticas. Como siempre, ganó la corrección, que se olvidó otra vez que el cine también es espectáculo.