«El PP tiene fácil el discurso y el programa: la culpa es de Zapatero»
El presidente del Gobierno avisa a los alcaldes y candidatos municipales del PSOE de que la fase de ajuste económico «va a durar»
Actualizado:José Luis Rodríguez Zapatero llegó ayer a Sevilla con una misión difícil: persuadir a los candidatos del PSOE de que, aun con todos los pronósticos a favor, el PP tendrá difícil ganar las elecciones y convencerlos de que las políticas desarrolladas por el Gobierno son defendibles incluso en unos ayuntamientos financieramente estrangulados. Intentó ambas cosas y, además, pidió un esfuerzo de imaginación. «Ellos tienen bastante fácil el programa y el discurso, les basta con cuatro o cinco palabras: 'La culpa es de Zapatero'», dijo. Los socialistas, en cambio, han de ser capaces, según apuntó, de defender ideas.
El presidente del Gobierno lleva varias semanas dedicado en cuerpo y alma, junto a los pesos pesados de la dirección socialista, al rearme ideológico de su partido. El recorte del gasto social, la congelación de las pensiones y la reforma laboral, fundamentalmente, han supuesto un mazazo para una organización política en la que, a medida que se desciende hacia la base, «resulta más difícil encontrar la frontera con Izquierda Unida», sostiene un dirigente nacional con larga trayectoria.
El caso de los cargos locales es especial porque, al margen de que sufran o no el efecto arrastre del declive del presidente del Gobierno (y en teoría lo hacen en menor medida que, por ejemplo, los líderes autonómicos), se enfrentan a una situación de asfixia que les impide hacer frente a dificultades sociales que sí quedaban cubiertas en tiempos de bonanza.
Zapatero admitió el problema ante los miembros del PSOE reunidos en la convención municipal que tuvo lugar en la capital andaluza, pero trató de poner el foco en otro sitio: la inyección de 13.000 millones de euros realizada en dos años desde el Gobierno central. «Sé que los ayuntamientos atravesáis una etapa muy exigente de ahorro y austeridad, y va a durar -avisó-, pero también reconoceréis que hemos hecho un grandísimo esfuerzo para que las infraestructuras de los pueblos y ciudades tengan unos niveles muy altos gracias al Plan E».
Era el prólogo para pedir otro sacrificio más. Si el Gobierno intentó que «las ciudades y los pueblos sufrieran menos la crisis en su tejido vital, en su músculo», dijo, a cambio exige el compromiso de que los responsables municipales no caigan en la tentación de financiarse con el suelo y la vivienda para evitar crear una nueva «burbuja inmobiliaria», la madre de todos los males que acucian a España y de la que hizo responsable al PP.
Evitar excesos
«Tenemos que ser conscientes de lo que suponen los excesos, que es lo que más daño ha hecho en la crisis económica a nuestro país, y tenemos que ser inflexibles», reclamó . En un discurso de derivadas continuas vinculó la fiebre del ladrillo con el descalabro de buena parte del sector financiero, este con las dificultades para el crédito, la falta de liquidez con la insolvencia de empresas y autónomos y esta con la elevada tasa de desempleo, que debe ser, apuntó, la prioridad número uno del PSOE.
«Sólo tenemos una tarea, con mayúsculas, solo una: que vuelvan las oportunidades para los jóvenes, para los parados, que vuelva el empleo», remarcó. El presidente del Gobierno fue en este punto insistente porque, aunque echara sobre el PP toda la responsabilidad del espejismo de crecimiento económico cimentado durante años sobre la construcción, es consciente de que no hay ayuntamiento, sea del color que sea, que no se subiera al carro.
«Digamos las cosas como debemos: o cambiamos el marco conceptual del suelo y la vivienda en ciudades y pueblos o volveremos a tener un riesgo en el medio y largo plazo; y si cambiamos -insistió- abriremos la puerta al cambio que necesitamos: que nuestras ciudades sean líderes en Internet, en nuevas tecnologías, en comunicaciones, y no como han sido líderes en desarrollo urbanístico sin más».
Zapatero pidió ayuda con el argumento evidente de que lo que se haga desde los gobiernos locales en este sentido es «tanto o más importante» que las reformas que se puedan hacer desde el Ejecutivo central o desde las Cortes Generales. Pero lo que no ofreció a los más de 2.000 asistentes fueron vías de financiación alternativas. La reforma del sistema de financiación local lleva años pendiente y el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, ya ha dejado claro que no se abordará en un futuro próximo.
Recordó que la reforma de las pensiones que reconoce por primera vez a las madres que dejan de trabajar para cuidar de sus hijos y a los becarios que realizan trabajos de investigación un tiempo de cotización; defendió que nunca había habido tanta población desempleada con cobertura, el 75%, e insistió en que aunque se hayan congelado las pensiones, las mínimas se han revalorizado y todas han ganado poder adquisitivo bajo su mandato.
Son el tipo de cosas que tanto él como la cúpula del partido repiten de manera machacona encuentro tras encuentro a todos los cuadros de su partido. Para que sepan combatir el discurso contundente que desde la izquierda (IU, ERC, BNG) y desde la derecha ha martilleado a sus bases, el de que Zapatero se ha plegado a los mercados, se ha sumado con entusiasmo a las recetas del liberalismo salvaje y se ha convertido en un líder antisocial. El presidente del Gobierno tiró de ironía y se mofó de que el responsable económico del PP y exministro de Hacienda con Aznar, se coloque ahora «a la izquierda de Méndez y Toxo». Y alegó que así la derecha no ganará porque no aporta ideas y no tiene méritos.