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vuelta de hoja

Salvar a Contador

Manuel Alcántara
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De lo que estamos mejor en España es de sospechosos. Los hay de toda clase y género, incluso los que han adquirido esa condición por no despertar sospechas. El presidente de la Audiencia Nacional ha tomado la salida en defensa de Alberto Contador y nosotros debemos tomar parte en la carrera. El ilustre jurista ha dicho que al no menos ilustre ciclista no se le respeta la presunción de inocencia y que la Federación sigue un reglamento anticuado. ¿Por qué ponerle detectives a las personas que nos divierten y nos consuelan en vez de a las que nos roban? Me he hecho esa pregunta muchas veces, pero al fin he llegado a una conclusión: quienes se llevan el dinero público, aunque sea el que se destina a los parados, no usan el clembuterol. Aunque le chupen la sangre a los desempleados, no hay rastro en la suya de esa sustancia mágica que al parecer nos convierte momentáneamente en otros, sin dejar de ser los mismos.

He seguido dos vueltas ciclistas cuando era aproximadamente joven y podía resistir ir en coche viendo cómo pedaleaban unos muchachos admirables. En una ganó Gabica y en otra Felice Gimondi.

No se me olvidan aquellas largas jornadas por la «áspera y espléndida» España, ni por la divina península italiana. Mi admiración por los ciclistas, con ser enorme, no me ha llevado a seguir asistiendo a su épica. Con el boxeo y el fútbol, tengo bastante y hace 70 años largos que no colecciono cromos. Me queda la admiración, que es patrimonio de las almas nobles. Hay mucha a la que el hecho de admirar le produce dolor porque lo mezclan con la envidia en inadecuadas proporciones. Se puede distinguir, como pasa con el colesterol bueno y el colesterol malo, pero la Agencia Mundial Antidopaje no ha profundizado en esas cuestiones. Sí lo ha hecho Ángel Juanes, presidente de la Audiencia Nacional. Con él debemos estar todos. Hay que salvar a Contador. Lo único que sabemos es que es un pura sangre del ciclismo.