Editorial

Liderazgo sin confianza

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La baja puntuación que obtienen en los sondeos el presidente Rodríguez Zapatero y el líder popular Mariano Rajoy -con un 3,30 y un 3,25 en la última encuesta del CIS- revela tanto la dificultad de que la política partidaria dé lugar a dirigentes que despierten mayor anuencia social que sus respectivas formaciones como la carencia de personalidades que pudieran asegurarse sobradamente el favor de la ciudadanía. Ambas realidades responden, sin duda, a un momento especialmente crítico para la credibilidad de los políticos. Pero también son consecuencia del anquilosamiento de la política concebida como enfrentamiento constante y previsible entre posturas imposibles de conciliar; lo cual logra si acaso movilizar a los más entusiastas, dejando a cambio un poso de escepticismo que aflora en forma de desafección. Los electores seguirán concediendo su voto a su opción preferente o a la que menos les disguste. Pero dado que los líderes políticos españoles no están en condiciones de prometer grandes éxitos frente a las incertidumbres de la economía, harían bien en procurar ser acreedores de una mayor confianza por su rigor y su disposición al acuerdo.