«Es como si cada día me clavaran un puñal en el pecho»
Antonio Garcés ve como el dúplex por el que pagó 100.000 euros se deteriora por la quiebra de su promotora
SAN FERNANDO.Actualizado:Son cifras, números que se pierden en una noticia en un medio de comunicación o en una estadística para reflejar el desplome de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, detrás de cada dato, detrás de los porcentajes están las historias, los nombres y apellidos, la cara de la tragedia de la crisis y los problemas del ladrillo. En San Fernando hay un rincón que se ha convertido en cementerio de esperanzas y sueños. Un lugar que refleja los delirios de grandeza de las promotoras y el legado que han dejado a los futuros propietarios. Cerca del muelle de Gallineras hay dos promociones que adolecen: la de Aifos (con más de 300 viviendas) y la de Bropsol (30 unifamiliares de lujo).
Ambas construcciones están desvalijadas. El olvido al que las han sometido ha permitido que las personas tengan una especie de visa oro para llevarse cuanto han querido. Desde bañeras a los hierros de los balcones o las puertas de entrada. El caso más llamativo es el de Bropsol al que solo le quedaba la urbanización para entregarse. La fecha que constaba en el contrato era el últimos trimestre del 2008.
«Es como si cada día me clavaran un puñal en el pecho, porque vivo al lado y lo tengo que ver cada día. Hasta cedí parte de un terreno con la esperanza de tener una casa para mi hijo pero él vive de alquiler y eso ni siquiera tiene visos de que se vaya a reanudar», aseguró Carlota Rodríguez, una de las afectadas.
Ella ha sido testigo de cómo se han ido llevando todo, con la impotencia de no poder hacer nada para remediarlo ante la falta de vigilancia. Algunos de los propietarios acudieron la semana pasada para hacer fotos y denunciar la situación de las viviendas en internet. «Yo avisé a Urbanismo, a la Policía Local, a la promotora, a todos a todos los que se me ocurría para dar cuenta de la situación y nadie me ha hecho caso».
Distinta es la situación de Antonio Garcés que ante el panorama decidió reclamar su dinero. Sin embargo la quiebra de la empresa hizo que para ello tuviera que meterse en tribunales. «Tengo una sentencia ganada y me tienen que devolver más de 100.000 euros pero hasta el momento no he cobrado. La verdad yo creo que las casas no se van a terminar. Compre dos, una de ella para dejársela a mis hijos aunque más vale que hubiera guardado el dinero en el banco», explicó.
Los afectados se sienten engañados porque han jugado con el sueño de tener un techo donde cobijarse para mejorar sus vidas. Sin embargo, el sueño se convirtió en pesadilla y lo peor de todo es que no hay pellizco que les haga despertar. «Parece que no va a tener fin después de todos los esfuerzos que hemos hecho para cumplir esta ilusión. Trabajo y sudor en mi caso de abrir la tienda todos los días, festivos y domingos, para quedarme sin nada», señaló.
Una realidad que se repite en diferentes puntos de la provincia que afecta a millares de personas que han visto como de la noche a la mañana las inmobiliarias han ido cayendo dejando detrás pisos sin hacer, casas compradas que no tienen ni ventanas ni puertas.