Un rayo de esperanza se abre paso en Egipto
El Ejército, que ostenta el mando tras la huida de Mubarak, se compromete a traspasar pacíficamente el poder, en el marco de un sistema democrático, a una autoridad civil
MADRIDActualizado:Egipto vive el primer día de una nueva era. Tras 30 años regido por los dictados de Hosni Mubarak, el pueblo festeja su victoria sobre el 'rais'. Una ola parece extenderse por el mundo árabe -Argelia ha vivido hoy una jornada llena de tensión- y todos se hacen dos preguntas: ¿cuál será el siguiente régimen en caer? y ¿qué futuro aguarda al país que hasta ahora había sido un aliado fundamental de Occidente en su lucha contra los islamistas?
Sobre la segunda de las cuestiones, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recordó ayer que la salida de Mubarak y la entrega del poder a los militares "no es el final de la transición" sino únicamente "el comienzo". Unas palabras que casan a la perfección con el mensaje de prudencia transmitido por la Casa Blanca a lo largo de los últimos días. Washington teme que se note demasiado su mano detrás de lo ocurrido y se anda con tacto para que nadie pueda acusarle de injerencias.
El proceso no estará exento de jornadas difíciles, pero el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que detenta el poder tras la precipitada partida de Hosni Mubarak, parece dispuesto a capitanear una transición que garantice los derechos tan reclamados por los ciudadanos a lo largo de las dos últimas semanas.
Este órgano se ha comprometido a "traspasar pacíficamente el poder, en el marco de un sistema democrático libre, a una autoridad civil", al tiempo que ha garantizado que cumplirá con "todos los acuerdos y tratados regionales y internacionales". Un mensaje que puede interpretarse en clave tranquilizadora tanto de puertas adentro como, sobre todo, hacia Israel, un país que mira con nerviosismo la evolución de los acontecimientos, tras haber visto caer a un dirigente que había actuado como freno frente al avance islamista. En Tel Aviv se teme que los grupos fundamentalistas aprovechen la situación creada por la marcha de Mubarak para hacerse con el control de Egipto. De ahí sus pronunciamientos de los últimos días y las alertas lanzadas sobre los Hermanos Musulmanes, organización ilegalizada que constituía, no obstante, el principal grupo opositor a Mubarak. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se ha apresurado en aplaudir ese compromiso del Ejército egipcio mientras que los Hermanos Musulmanes estiman que la postura de los militares va en la buena línea pero reclaman que se aceleren las reformas.
Retraso del toque de queda
El Ejército, que siempre ha sido respetado por el pueblo egipcio y cuya talla se ha puesto de manifiesto en las pasadas jornadas, en las que ha mostrado una actitud que sería impensable en cualquier otro país de la zona, ha marcado las bases de los próximos pasos a dar para garantizar una transición pacífica que lleve a la celebración de unas elecciones auténticamente libres y democráticas. Los militares desean entregar el poder "a una autoridad civil elegida para gobernar el país" que se encargue de "construir un estado democrático", reza el cuarto comunicado emitido por el Consejo Supremo Militar en apenas 48 horas.
El órgano, encabezado por el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantawi, ha expresado su "confianza en la capacidad de Egipto, sus instituciones y su pueblo" para superar las "delicadas circunstancias actuales", por lo que ha reclamado la colaboración de todas las instituciones estatales y privadas. De la misma forma, ha apelado a la ciudadanía para que ayude a las fuerzas de seguridad. Y ha tenido también palabras para la Policía, a la que ha pedido que se mantenga "al servicio del pueblo".
Además, el toque de queda en vigor en el país se retrasa a partir de hoy a las 00.00 hora local (22.00 GMT), en otro signo de progresivo avance hacia una normalidad que todavía tardará mucho en alcanzarse.
Mientras tanto, las calles egipcias saborean la resaca de la histórica victoria lograda ayer por el pueblo. Decenas de miles de personas se han acercado a la plaza de Tahrir, epicentro de las protestas desde el pasado 25 de enero, para desmantelar los compamentos que les han servido de refugio durante los largos días en los que el sueño que parecía imposible de materializar iban convirtiéndose poco a poco en una realidad. Personas armadas con guantes, escobas y bolsas recogían los restos de una batalla que no ha estado exenta de víctimas y que quedará para siempre inscrita en las páginas de la Historia. Un pueblo derrocando a base de paciencia y gritos de libertad a un mandatario que había gobernado con puño de hierro durante tres décadas y que pretendía dejar un sucesor impuesto por él mismo. Batallones de limpieza retiraban los despojos, lo que no significa que Tahrir se vaya a quedar sola. Los convocantes de las protestas ya han avanzado que seguirán movilizándose todos los viernes hasta estar seguros de que se satisfacen todas sus demandas. Un rayo de libertad alumbra sus rostros. Pero tras tres décadas con el yugo sobre sus cuellos, no se fían.