Berlusconi sonríe durante una rueda de prensa. :: AFP
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Berlusconi plantea una batalla legal a los jueces para retener el poder

Prepara leyes para anular los procesos, un recurso a Estrasburgo y otras tretas con el objetivo de evitar el juicio por prostitución de menores

ROMA. Actualizado: Guardar
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Silvio Berlusconi no va a detenerse ante nada con tal de evitar el juicio por abuso de poder y prostitución de menores en el 'caso Ruby'. Se imaginaba. La cuestión es saber en qué estado va a quedar el equilibrio de poderes en Italia si ante el anuncio de su procesamiento el primer ministro replica que demandará al propio Estado. También anunció que iría ayer a proponer al presidente de la República un decreto para prohibir las escuchas telefónicas salvo en casos de terrorismo o mafia. El objetivo es anular el núcleo probatorio de su proceso. Pero Giorgio Napolitano se apresuró a decir que nadie le ha pedido cita. Será difícil que Napolitano firme un decreto así, pues no está justificada su urgencia y el proyecto de ley lleva meses atascado dada la oposición general. Pero Berlusconi va a desempolvar todas sus armas ante la madre de todas las batallas. El 'caso Ruby' es la amenaza más real con que se ha enfrentado en los tribunales.

Su partido emitió el miércoles una nota muy dura, en la línea ya clásica del golpe de estado. La tesis, simple y peligrosa, es la siguiente: la voluntad popular, que ha elegido a Berlusconi, está por encima de cualquier poder y, por tanto, un juicio contra él es «subversivo» y contra «la soberanía del pueblo». Los jueces son, por ello, «una vanguardia revolucionaria». Para la oposición es puro delirio, pero el 'Cavaliere' va en serio porque desde que entró en política -quizá por esa razón- se juega la cárcel.

La ofensiva tiene varios frentes. Si el juez aprueba la apertura del proceso 'Ruby' la semana que viene Berlusconi puede elevar al Constitucional un conflicto de atribuciones, pues alega que el tribunal de Milán no es competente. Tampoco descarta denunciar a los magistrados por atentado contra los órganos constitucionales e incluso recurrir al tribunal de derechos humanos de Estrasburgo por violación de su vida privada. La idea es ganar tiempo. A esto se vincula el regreso de le ley del proceso breve, que anula todo juicio que dure más de seis años. Supuesto que, casualmente, cumplen dos de sus otros tres procesos pendientes. Para el de 'Ruby', en cualquier caso, esgrimirá sus «legítimos impedimentos»: si se quitan los días de voto parlamentario, aunque no va nunca, solo quedan lunes, viernes y sábados. Pero el viernes hay consejo de ministros y los otros días puede colocar un acto oficial o inaugurar un túnel. Con suerte habrá una vista al mes. Ganar tiempo es la consigna para jugar la baza principal, que requiere un largo trámite: cambiar la Constitución para imponer la inmunidad judicial. Hasta ahora Berlusconi lo ha intentado con leyes, pero han sido anuladas por el Constitucional. Por otro lado, en Italia una sentencia solo es firme tras la tercera instancia, que tarda años.

Ganar en las urnas

A un nivel más profundo, y al hilo de su tesis golpista, lo que le interesa a Berlusconi es trabajarse a su electorado para buscar otra absolución en las urnas. Por ello recurre a su papel de víctima. Anteayer incluso enseñó un diente que aún le faltaría tras la agresión de 2009. Sabe que, para una parte de los votantes, sus proezas sexuales se ven con indulgencia, que a todo italiano le fastidia que el Estado se meta en su casa y, siguiendo el guión, ayer añadió su confesión de que, en efecto, es «un pecador»: «Pero quien predica una república de las virtudes, con tonos puritanos y jacobinos, quiere una democracia autoritaria». Y esto es solo el principio.