Veranee en Francia

Veranee en Francia. No es un lema turístico forzado por la crisis. Es la consigna de Nicolas Sarkozy a sus ministros ante la polémica por sus viajes al extranjero. Primero fue la titular de Exteriores, Michèle Alliot-Marie, que voló con sus allegados en el jet de un magnate del clan Ben Ali cuando la sangre revolucionaria ya corría por las calles de Túnez. Luego se supo que el jefe del Gobierno, François Fillon, pasó con su familia las vacaciones navideñas en Egipto, pagadas por Hosni Mubarak. Sarkozy les leyó ayer la cartilla.

El presidente que prometió una República irreprochable y estrenó su mandato de crucero a bordo del lujoso yate de un amigo potentado puso los puntos sobre las íes en el Consejo de Ministros. En adelante, los miembros del Gobierno deberán pasar las vacaciones preferentemente en Francia. Las invitaciones del extranjero serán autorizadas por el primer ministro previo examen de la célula diplomática del Elíseo sobre su compatibilidad con la política exterior gala.

«Solo siendo irreprochables las personas que ejercen altas responsabilidades reforzarán la confianza de los ciudadanos en las instituciones del Estado», argumentó Sarkozy. «Las exigencias contemporáneas en materia de moral pública se han reforzado estos últimos años. Lo que era común hace todavía algún tiempo puede chocar en la actualidad», añadió.

El portavoz del Gobierno, François Baroin, precisó que las recomendaciones presidenciales también se aplican «evidentemente» al propio presidente. Sarkozy también pasó la Nochevieja en el norte de África. Se alojó con su esposa, Carla Bruni, en una mansión del rey Mohamed VI de Marruecos.

La pareja viajó el pasado fin de semana en avión oficial, desde Varsovia hasta Nueva York, a visitar al hijo pequeño de él. El Elíseo puntualizó que pagaron este desplazamiento privado al precio de las tarifas de un vuelo comercial. La deontología bien entendida empieza por uno mismo.

En una acalorada sesión de control parlamentario, Fillon alegó haber «respetado escrupulosamente todas las reglas» en sus vacaciones familiares en Egipto, tres semanas antes del estallido de la insurrección popular contra su generoso anfitrión. «Respondí a una invitación antigua y reiterada del Gobierno egipcio. Y lo hice como muchos otros jefes de Gobierno y presidentes de la República», añadió con el pensamiento puesto en los safaris africanos de Giscard con el emperador Bokassa, las repetidas estancias en Egipto de Mitterrand con su hija secreta Mazarine o las vacaciones bien acompañadas de Chirac en isla Mauricio. Cuesta creer que aludiera al vuelo en el Falcon de un rico amigo a Egipto en las navidades de 2007 de un tal... Sarkozy.