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Michelle pone orden en casa

La primera dama se felicita: ha logrado que Barack Obama deje de fumar y que sus hijas no usen Facebook y coman verduras cada vez que se sientan a la mesa

JUAN PABLO NÓBREGA
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Hable de lo que hable y haga lo que haga, la credibilidad de Michelle Obama no cesa de crecer entre sus compatriotas. Si al comienzo del mandato de su marido ya lucía como una primera dama fuera de lo común, el liderazgo que ha ido asumiendo en asuntos de tanto alcance como la promoción de una dieta saludable y la lucha contra la obesidad la han convertido en un sólido referente social, que trasciende incluso las etiquetas políticas.

Michelle acaba de confirmar en una entrevista a la NBC que Barack Obama lleva un año sin probar un pitillo, y detrás de esta decisión del presidente, los americanos ven el pulso firme de una mujer empeñada en algo más que en una simple campaña para mejorar la imagen del presidente. «Siempre ha querido dejarlo», dijo a favor su esposo, que estaba obsesionado con la idea de poder mirar a los ojos a sus hijas y contestar «no» sin problemas a una de las preguntas que más temía: ¿Papi, has dejado de fumar?

Como madre también ha dado sobradas muestras de transmitir valores que no dejan indiferentes a los padres norteamericanos. Así que sobre el delicado asunto del acceso de los menores a internet, no ha tenido reparos en establecer cuáles son las zonas rojas para sus hijas Malia, de 12 años, y Sasha, de 9: tienen hasta prohibido abrir una cuenta en Facebook, la red social más popular del planeta. Michelle admite que ambas sufren ciertas restricciones que otros niños no tienen, a causa de las normas de seguridad del servicio secreto, pero aún así ha sido muy clara sobre sus preferencias. «No soy una gran partidaria de que los chicos y chicas jóvenes tengan Facebook. No es algo que les haga falta, no es necesario».

Contra la obesidad

Más allá de estos comentarios sobre su familia, el plato fuerte de su intervención en el programa ‘Today’ de la cadena NBC estuvo dedicado a conmemorar el primer aniversario de su iniciativa ‘Let’s Move!’ contra la obesidad infantil, una plaga en Estados Unidos.

Lo atractivo de su mensaje es que ofrece directrices claras de cómo mejorar la forma de comer sin tener que seguir dietas draconianas que espantarían a la mayoría. De hecho, Michelle Obama ha confesado más de una vez que ama las patatas fritas, pero eso no traiciona el espíritu de su campaña: «El mensaje siempre ha sido el equilibrio», explica la primera dama. En su lucha contra la obesidad y la batalla por comer sano no quiere que se confundan sus consejos con «una dieta de completa y absoluta privación».

Sus hijas Malia y Sasha, por ejemplo, han aprendido bien la lección: consumen verduras en todas las comidas y «eso ya es un gran paso». Luego no habrá tanto problema en que compartan una pizza y un helado con sus amigos el fin de semana. Y sin ir más lejos recordó el menú de la Super Bowl: «No sé si un día así uno puede comer otra cosa que no sean perritos calientes o hamburguesas», bromeó. «El problema llega cuando lo divertido se convierte en hábito y eso ocurre con demasiada frecuencia en nuestra cultura», lamentó. «La comida rápida se ha convertido en la de todos los días».

El programa ‘Let’s Move!’ ha impulsado un movimiento de comida sana en las escuelas, doblando el número de colegios que han adoptado este plan y consiguiendo que tres de los proveedores más destacados del país mejoren los alimentos que proporcionan a los estudiantes, reduciendo los niveles de grasas y azúcares durante los próximos cinco años.

Uno de cada tres niños estadounidenses sufre sobrepeso o es obeso, lo que amplía el riesgo de diabetes, presión alta y otros problemas de salud. Durante la entrevista, la primera dama felicitó a los padres que, con su presión, han conseguido que las empresas mejoren la calidad de sus alimentos: en los colegios se han instalado 6.000 barras de ensalada en coalición con la Alianza de Frutas y Verduras. Michelle, para dar ejemplo, ya creó su propia huerta en la Casa Blanca.