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Así ha quedado el piso de José Téllez. :: JUAN CARLOS CORCHADO
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Un nuevo derrumbe acrecienta el temor entre los vecinos en La Asunción

El techo de una cocina se ha desprendido en la misma vivienda en la que se cayó la cubierta del salón hace solo unos meses

ALMUDENA DOÑA admontalvo@lavozdigital.es
JEREZ.Actualizado:

En junio del pasado año se cayó el techo del salón del domicilio familiar de José Téllez, ubicado en el bloque 6 de la calle Albadalejo, en la barriada La Asunción. Desde entonces, él y su mujer viven en el campo de unos parientes y desde su 'exilio' han sido testigos de cómo otra cubierta, esta vez la de la cocina, se ha venido abajo en una vivienda que a duras penas se mantiene en pie.

Afortunadamente no se encontraban dentro y pueden contarlo, pero su desesperación se une a la de decenas de vecinos que esperan con ansia la rehabilitación de sus inmuebles y, mientras tanto, habitan en ellos entre una mezcla de miedo y expectación ante lo que pueda pasar. «La vecina de abajo oyó un estruendo y nos llamó corriendo -relató José-. Cuando vinimos estaba toda la escayola en el suelo, como ya nos pasó con el salón».

Ahora, el matrimonio tiene repartidos los muebles en diversas casas de familiares y vecinos y visita con tristeza el que todavía es su hogar, cada vez más comido por los escombros. «Damos gracias a Dios por que no estábamos aquí, y ahora lo único que esperamos es que lo arreglen lo antes posible». Hace unos meses, en la cercana calle Desconsuelo, otro residente corrió la misma suerte y tuvo que realojarse con unos parientes al desprenderse parte del techo de su vivienda.

Y es que en La Asunción, desgraciadamente, estos sucesos se repiten cada vez con más frecuencia debido a una razón muy simple: los edificios tiene una media de 50 años y la rehabilitación, a pesar de que está garantizada por la Junta de Andalucía desde 2009, sigue sin proyecto ni presupuesto. Así lo explicó el presidente de la asociación de vecinos del barrio, Francisco Soto, que se ha convertido en el adalid de una causa que no puede dar por perdida, pues están en juego el porvenir y las vidas de muchos de sus asociados.

Evitar una tragedia

«Los pisos están muy mal y hay que darle una solución a esto, no nos vayamos a llevar más sorpresas. Aquí no se puede vivir, no sabemos si lo mejor sería desalojar el resto del edificio, pero es que ni siquiera los técnicos de Urbanismo pasan por aquí». Como recordó Soto, la Administración local subvencionó reformas en una serie de viviendas hasta 2007, fecha en la que se congelaron las ayudas. Sin embargo, en 2009 se arrancó el compromiso de la Junta de abonar el 25% de una rehabilitación que se iniciaría ese mismo año. Pero ahí quedó todo.

«El Ayuntamiento dice ahora que la Junta no ha destinado ninguna partida para estas obras y no sabemos ni siquiera si va a haber subvención, de manera que algunos vecinos tiene los arreglos pagados y otros no. El caso es que mientras se desprenden techos y esperemos que no ocurra lo que pasó en La Constancia, que se cayó una cubierta sobre los vecinos del piso de abajo».

Por todas estas razones, además de la lógica preocupación por que se acometa de una vez la remodelación integral, el presidente vecinal hizo un llamamiento a Urbanismo para que realice trabajos de urgencia y los operarios, al menos, apuntalen las casas más deterioradas y se proceda al desalojo, antes de que ocurra una tragedia. «Yo vivo con miedo -reconoció la vecina de enfrente de José, Margarita Pérez-. Porque vivo sola y cuando llueve es todavía peor. Hay que hacer muchos arreglos y somos pensionistas, no sé cómo lo vamos a hacer».

Mientras pasa el tiempo, Soto no ceja en su empeño y continúa llamando la atención de las autoridades, a ver si hay suerte y alguna de ellas toma cartas en el asunto. «Llevo cuatro meses esperando una reunión con el delegado provincial de Obras Públicas, Pablo Lorenzo, y no me la conceden. Yo le invito a la alcaldesa a que se pase por aquí, nos visite y vea ella misma los problemas».

Como relató la presidenta del edificio en cuestión, Coral Hidalgo, en el año 2006 los propietarios comenzaron a tramitar las ayudas para las reformas y, tras tres años de papeleo, la Junta se comprometió a ello en 2009. Desde entonces siguen esperando y confiando en que no ocurra ningún otro percance que ponga en riesgo la vida de los residentes.