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Una pareja de recién casados se pasea por la plaza Tahrir jaleados por decenas de manifestantes que piden la marcha de Mubarak. :: AFP
MUNDO

Revolucionarios sin experiencia

Los manifestantes debaten cómo organizarse para conseguir sus demandas

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Hace dos semanas, un llamamiento hecho a través de Facebook consiguió sacar a cientos de miles de egipcios a la calle para pedir democracia y el fin de la era Mubarak. No había líderes, ni partidos, tampoco asociaciones detrás de una imparable ola de energía liberadora que ha sacudido los cimientos del país. Hoy, sin embargo, con la transición egipcia ya en marcha, esa falta de cabecillas que en su día fue un ingrediente fundamental del éxito de la revolución puede haberse convertido en su verdugo.

Muchos jóvenes de la plaza Tahrir debaten ahora sobre cómo hacer escuchar su voz y cómo participar en un proceso político que jamás hubiera existido sin ellos, pero en el que se sienten ignorados. Sentados alrededor de la pensión de la 'Libertad', Tarek Shalaby y sus amigos discuten animadamente sobre cuál debe ser el siguiente paso en esta revolución que iniciaron otros tantos jóvenes como ellos dos semanas atrás. «Podríamos organizar un sistema de votaciones a través de Facebook u otra red social para consensuar las demandas de la plaza», lanza este joven diseñador de páginas web y consultor de medios, que lleva más de una semana durmiendo en la plaza Tahrir en una pequeña tienda de campaña que ha bautizado con tan utópico nombre. Los compañeros aprueban la sugerencia, pero de repente surge la duda: «¿Y qué pasa con todos los que no tienen Internet?»

Los jóvenes de Tahrir derrochan energía, pero están encontrando dificultades para canalizarla. Tampoco son ajenos al hecho de que, excepto por el rechazo a Mubarak y las ansias de reformas políticas, poco más une a los revolucionarios -una amalgama de izquierdas, derechas, islamistas y seculares-, por mucho que el éxtasis fraternal que se vive en la plaza les haga gritar con una sola voz. La falta de líderes es uno de los mayores motivos de orgullo de los manifestantes, como explica Hossam Mahmud: «Nuestros líderes son nuestras demandas». Este farmacéutico, que se hospeda dos tiendas más allá de la pensión de la 'Libertad', desconoce que se han formado grupos de jóvenes que están intercambiando ideas con el autodenominado comité de sabios, un conjunto de intelectuales egipcios, todos ellos en la madurez, que quiere ejercer de correa de transmisión entre la plaza y el Gobierno.

Mahmud tampoco sabe nada de otros grupos que dicen haberse formado como la coalición de la juventud furiosa o el supuesto comité revolucionario que se habría organizado, según el diario 'Al Masri al Yum', para negociar con el Gobierno y en el que estarían representados jóvenes de movimientos como el del Seis de Abril o de las juventudes de los Hermanos Musulmanes. La confusión en la plaza es total y muchos de sus habitantes no saben que la transición egipcia se ha iniciado sin ellos.

«Están negociando con las personas equivocadas, la gente de la plaza no acepta los partidos ni los portavoces que han salido últimamente», asegura Sara Abed, una estudiante de Ciencias Políticas. Shalaby está de acuerdo. Él ha sido uno de los jóvenes que ha participado en los encuentros con el Comité de sabios, de los que ha vuelto muy decepcionado. «Esta gente está muy desconectada de lo que quiere la juventud egipcia y tienen intereses ocultos», asegura.

Oposición de nuevo cuño

Es posible, sin embargo, que la plaza Tahrir presenciara ayer el nacimiento de un nuevo líder de la revolución egipcia. La emotiva entrevista que Wael Ghonim, el ejecutivo de Google que fue arrestado en los primeros días de las protestas, concedió a una cadena de televisión privada provocó que miles de personas se unieran a las manifestaciones. Ayer estaba en Tahrir y fue recibido como un auténtico héroe. «Muchos de los que ves aquí han venido por él», asegura Shalaby.

Hosni Mubarak se ha encontrado con una oposición de nuevo cuño, pero la experiencia del régimen para dividir y diluir a los opositores es casi infinita. Los jóvenes egipcios, que han conseguido movilizar al país, tendrán que buscar ahora su propia voz.