EE UU apuesta ahora por una transición lenta liderada por el presidente egipcio
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarFrank Wisner, el exembajador que trabaja para una firma de abogados al servicio del Gobierno egipcio, el mismo que se ha manifestado abiertamente en favor de la estabilidad frente a la democracia, fue enviado a Egipto para convencer a su viejo amigo Hosni Mubarak de que sus días en el poder se han acabado. Sin embargo, en lo que realmente ha triunfado es en convencer a la Casa Blanca de que Mubarak debe seguir al frente, aunque sea solo de forma simbólica, tal y como deseaba este.
Eso explica que después de marcar distancias el domingo, tras la perplejidad que desataron los comentarios de Wisner en Europa por defender la permanencia de Mubarak, tanto la Casa Blanca como el Departamento de Estado defendiesen la elección del diplomático como mediador.
Todo indica que el Gobierno Obama ha moderado sus expectativas de cambio en Egipto y ahora está dispuesto a ayudar a Mubarak a encontrar una salida honrosa, que presuntamente será dejar las reformas en manos de su vicepresidente Omar Suleimán. Un personaje, que según 'The New York Times', «tiene todos los motivos para ralentizar el proceso». El rotativo también se pregunta de qué forma podrá EE UU asegurarse de que Suleimán cumple con los ambiguos compromisos de reforma que está negociando con la oposición.
Según el afamado periodista del 'Watergate' Carl Bernstein, la Casa Blanca desea que la crisis haya acabado el lunes. El interlocutor de Suleimán en Washington está siendo su homólogo, el vicepresidente Joe Biden, que mantiene una larga amistad con él. Pero en realidad quienes más conocen a Suleimán son los miembros de la CIA y el FBI, a los que el que fuera jefe de la inteligencia egipcia hasta 1993 solía poner al día durante sus visitas a El Cairo. En los cables de Wikileaks se le describe como «el consejero de facto de seguridad nacional».
Pilares de la estabilidad
EE UU acepta su sucesión en el cargo porque viene a ser lo que el profesor del Trinity College, Vijay Prashad, llama «un Mubarak-2», alguien que a su juicio mantendrá los dos pilares de la estabilidad que importan a EE UU: darle voz a sus intereses en la Liga Árabe y defender los acuerdos de paz con Israel. Prashad, que ha estudiado a Wisner desde que fue embajador en India, recordó que hay más motivos para dudar de la credibilidad de Wisner. Su padre, director de Proyectos Especiales de la CIA durante los años 50, fue el creador de un proyecto para pagar a periodistas en Europa que difundieran la propaganda de EE UU y estuvo implicado en «al menos tres golpes de Estado». «Su hijo ha tenido una carrera más modesta», pero los informes que ha escrito demuestran que comparte la falta de escrúpulos de su padre para defender los intereses de EE UU a largo plazo.