El vicepresidente Rubalcaba, en un acto en Tenerife. :: EFE
ESPAÑA

El Gobierno sostiene que es «una sucesión fraudulenta»

Interior espera que la Sala del 61 del Supremo decida prohibir la inscripción de la nueva formación

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Gobierno considera que el nuevo partido que presentó ayer en Bilbao la izquierda 'abertzale' es una sucesión fraudulenta de Batasuna y, por lo tanto, no puede ser inscrito en el registro del Ministerio del Interior. La última palabra, de todas formas, la tendrá la Sala Especial o Sala del 61 del Tribunal Supremo, que tendrá que resolver si autoriza su inscripción o la deniega. El Ejecutivo reconoce el valor del paso, si es que es sincero, algo que está por ver pues «la credibilidad» de la izquierda 'abertzale' «está bajo mínimos», en palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Ni en el palacio de la Moncloa ni en el Ministerio del Interior hubo conmoción. «Era lo esperado», según fuentes gubernamentales. La presentación del nuevo partido, cuyo nombre se conocerá hoy, y el alcance de sus estatutos se ajustaron a los cálculos que tenía el Gobierno. La respuesta gubernamental, diseñada hace tiempo, se pondrá en marcha mañana, en cuanto los promotores de la formación entreguen los documentos requeridos, estatutos y acta notarial de constitución, en Interior. El vicepresidente y ministro del Interior, no obstante, adelantó ayer que el primer paso será dejar el asunto en manos de la Fiscalía y la Abogacía del Estado.

El Ejecutivo no niega que el acto del palacio Euskalduna es la prueba más notoria de que algo se mueve en el mundo de Batasuna, pero insiste en que es insuficiente y que la veracidad de sus intenciones solo se podrá medir con el paso del tiempo. Rubalcaba, de visita en Santa Cruz de Tenerife, recordó que «son muchos años de violencia» para hacer borrón y cuenta nueva sin más. Además, agregó, que con ser cierto que es «la primera vez que en muchos años» que la izquierda 'abertzale' «rechaza expresamente» la violencia de ETA, no es menos cierto que «la credibilidad de Batasuna está bajo mínimos» y existe una desconfianza generalizada sobre sus «verdaderas intenciones». Con el agravante, subrayó, de que ETA «no ha declarado el fin de la violencia».

Los mismos

Con estos ingredientes, Interior no está dispuesto a aceptar la inscripción del nuevo partido en su registro. Fuentes gubernamentales señalaron que, sin conocer su literalidad, los estatutos «parecen inatacables» porque en apariencia cumplen los requisitos de la ley de partidos. Pero el filtro no solo es jurídico, es también político y ahí está el flanco débil de la izquierda 'abertzale', a juicio del Gobierno.

En el Ejecutivo tienen la convicción de que el nuevo partido es «una sucesión fraudulenta» de Batasuna porque tienen documentos internos de ETA que apuntan en esa dirección y porque los promotores y dirigentes que han impulsado esta operación política son «los mismos» que hace unos meses estaban en Batasuna o en organizaciones afines. Se refiere a Rufi Etxebarria, Txelui Moreno, Marian Beitialarrangoitia, Mariné Pueyo, Amparo Lasheras o el propio Iñigo Iruin, histórico de la izquierda 'abertzale'. Los informes de las fuerzas de seguridad dan cuenta de reuniones entre ellos y miembros veteranos de Batasuna, ahora en segunda fila de la vida pública.

Una vez estudiados estos datos, la Fiscalía y la Abogacía del Estado no tendrán más remedio que trasladar la decisión a la Sala del 61 del Supremo que, según fuentes jurídicas, lo más probable es que resuelva que hay una continuidad con la ilegalizada Batasuna y en un incidente de ejecución de sentencia de su fallo de 2003, que declaró ilegal a ese partido por ser parte de ETA, prohibirá su inscripción en el registro del Ministerio del Interior. El Gobierno espera que los promotores del nuevo partido recurran esta resolución ante el propio Supremo y después ante el Tribunal Constitucional.

Novedad

El escepticismo gubernamental fue extensivo al PSOE aunque en menor grado. Su secretario de Organización, Marcelino Iglesias, también aceptó que el desmarque de la violencia por el que parece apostar el nuevo partido impulsado por representantes de la ilegalizada Batasuna supone una «novedad importante» y una «mejora notable» si se tiene en cuenta cuál era el punto de partida, pero subrayó también que la democracia tiene que ser «muy exigente».

Iglesias puso el acento en lo positivo de que una formación que hasta ahora ha funcionado como apéndice de ETA esté dispuesta ahora a «condenar», según sus palabras, la lucha armada. El portavoz socialista matizó, no obstante, que después de tantos años apoyando la violencia «no será suficiente con unas manifestaciones o unos estatutos». «Tendrán que demostrar más cosas», señaló.