Presencia militar. Un manifestante se encara con los soldados en la plaza Tahrir. A la derecha, Hassan El Rowini. :: REUTERS
MUNDO

Mubarak logra templar la revuelta

El vicepresidente Suleimán abre contactos con parte de la oposición y recibe el aplauso de EE UU

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Egipto no es Túnez, ni Hosni Mubarak va a huir como un fugitivo a lo Ben Alí, por mucho que en Tahrir sus detractores lo sigan mostrando en carteles el camino del aeropuerto y sarcasmos de despedida con «muchos recuerdos para el rey Saud». En términos prácticos, la conducción de esta crisis, que cumplió ayer su duodécimo día, está ya en manos del vicepresidente, Omar Suleimán. El también elegido de Estados Unidos pilota los contactos con la elite intelectual opositora del país y con los jóvenes activistas -además de destacados jefes militares-, para ir sacando elegantemente al 'rais' del poder, que no necesariamente del país.

El rotativo 'The New York Times' apuntaba ayer que, entre las posibilidades que se barajan, se plantearía dar al presidente un retiro dorado en su paraíso de residencia habitual, la ciudad-balneario de Sharm el Sheij en el Mar Rojo, aunque también «embarcarle» en uno de sus lujosos viajes médicos a Alemania, en esta ocasión más largo de lo habitual. Las conversaciones y los interlocutores para preparar el fin de esta era se desarrollan al más alto nivel, y el único que sigue simulando no saberlo es el propio Mubarak, que ayer por la mañana se reunía con sus ministros económicos para escenificar, rodeado de cámaras, que ha decidido que hoy reabran los bancos aunque la Bolsa parece que continuará cerrada.

Por la tarde, sin embargo, las dimisión de la cúpula del hasta hace poco todopoderoso Partido Nacional Democrático (PND) evidenciaba el imparable descenso a la ruina de su régimen. Caía su hijo Gamal, -que pierde la condición de secretario general y, por tanto, la opción de ser candidato a presidente- y también el resto de dirigentes de la formación, que renunciaron en bloque. La permanencia de esa casta de presuntos corruptos y guardianes de la podredumbre del sistema político egipcio en lo más alto del partido, que controla 473 de los 508 escaños del actual Parlamento, era un obstáculo insalvable para una transición pacífica y consensuada. Las presiones internas y del exterior han podido más. Su rendición ayer fue recibida en la concurrida plaza de Tahrir con aprobación, aunque sin la euforia que guardan para cuando claudique el 'rais'.

Aliados del vicepresidente

Hasta donde ha trascendido, las discusiones que está liderando Suleimán se centran en examinar con los opositores las fórmulas para desbloquear la actual situación de parálisis política y avanzar hacia unas elecciones libres. En este camino hacia la conciliación, el vicepresidente ha encontrado como máximos aliado a los juristas y reconocidos intelectuales autodenominados «grupo de los sabios», entre los que se cuentan Nabil Gahmy, exembajador en EE UU; el empresario Naguib Sawiris; el jefe de la Liga Árabe, Amro Musa, o el reputado vicedirector del Centro de Estudios Estratégicos de Al Arma, Wahid Abdel Neguid. Ellos defienden que el propio Suleimán asuma oficialmente y de forma transitoria el mando del país para proceder a la disolución del Parlamento, la derogación de las leyes de emergencia que dan plenos poderes a las fuerzas de seguridad y las reformas necesarias para promover la convocatoria de unos comicios democráticos.

De los jóvenes activistas, los que sacaron al pueblo a la calle y siguen en la plaza Tahrir, se está ocupando en paralelo a Suleimán el primer ministro, Ahmed Shafik. Ha habido al menos una reunión, en la que estuvo el manifestante Abdel-Rahman Youssef, que ha subrayado que «únicamente se habló de las vía de un arreglo para la marcha de Mubarak», que podría ser «política o real», y que sin ella no habrá negociación con el poder ni fin de las protestas. En igual tesitura se encuentran partidos legales de la oposición egipcia, con rostros como el del premio Nobel Mohamed El-Baradei, o grupos tolerados como los Hermanos Musulmanes, que siguen rechazando prestarse a cualquier diálogo mientras el 'rais' no abandone. El temor es que si bajan la presión y ceden ahora, el régimen quiera que se conformen con cambios superficiales.

Además, la prensa norteamericana publicó ayer que Suleimán, que es un militar, está en tratos con los generales para garantizar el éxito en el cumplimiento del objetivo de desplazar a Mubarak de la primera línea del poder, aunque se señalaba que los miembros del Ejército se resisten a perder la lealtad al presidente. Y adoptan iniciativas tan llamativas como la que llevó ayer al comandante del mando central, el general Hassan ElRowini, a subirse a un cajón en la plaza Tahrir y, megáfono en mano, pedir a los manifestantes que hicieran lo posible por salvar «lo que queda de Egipto». En respuesta, solo recibió gritos de «¡fuera Mubarak!».