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Un carro de combate protege el acceso a la Embajada de EE UU en El Cairo. :: EFE
MUNDO

El 'rais' rechaza al enviado especial de la Casa Blanca

Washington busca una fórmula para que el vicepresidente egipcio ocupe el poder sin ir contra la Constitución

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Hosni Mubarak se negó el jueves a recibir por segunda vez al exembajador Frank Wisner que ha enviado Barack Obama para discutir con él una salida a la crisis, pero eso no significa que la Casa Blanca se haya dado por vencida. El Plan B fue que el vicepresidente Joe Biden llamase a su homólogo Omar Suleimán, con quien habló la víspera la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Washington contempla que sea él quien convoque elecciones anticipadas con el respaldo del Ejército, aunque no hay evidencia de que ninguno de los dos haya perdido su lealtad hacia Mubarak.

Del Ejército se encarga el secretario de Defensa, Robert Gates, que esta semana ha hablado tres veces con su homólogo Field Marshal Tantawi. Su papel es convencerle de que muestre contención pero a la vez garantice la seguridad. «Me han asegurado que no tienen intención de disparar contra su propia gente», dijo a Jon Stewart el jefe del Estado Mayor, el almirante Mike Mullen, que como los demás está en comunicación con su contraparte egipcia, el general Sami Enan.

Todos los días desde que empezó la crisis el gobierno de Obama suda los teléfonos para interceder sobre algo en lo que tiene mucha menos influencia de lo que el mundo cree, como confesó el miércoles el jefe de gabinete de la Casa Blanca William Daley a un selecto grupo de periodistas. «Esto está fuera de control», dijo. «No lo controlamos. Aunque a veces nos guste pensar que podemos controlar todo lo que pasa en el mundo y haya gente que, de un modo simplista, piense que podemos decirles lo que tienen que hacer, la verdad es que no depende de nosotros. Nunca ha sido el caso, o al menos hace mucho, mucho tiempo que lo fue».

Era la más cándida de todas las admisiones que ha hecho la Casa Blanca esta semana, tal vez con la intención de rebajar las expectativas que tanto daño le están haciendo mientras afina la presión. Convencer al vicepresidente y al Ejército egipcio tropieza no solo con la percepción de injerencia sino con numerosas trabas legales.

Según la Constitución egipcia la función de convocar elecciones solo le correspondería al presidente. Y quien le sucedería a Mubarak en el cargo en caso de que renuncie no sería el vicepresidente, como quiere EE UU, sino Fathi Surur, el portavoz de un Parlamento que «actualmente está comprado y pagado por el Partido Democrático Nacional de Mubarak», escribió ayer en las páginas del 'Washington Post' Tarek Masoud, profesor de política pública en el Kennedy School of Government.

A su juicio de este experto, EE UU necesita convencer a Mubarak de que permanezca en el poder lo suficiente como para convocar elecciones parlamentarias en 60 días para que así el nuevo Parlamento pueda modificar la Constitución de forma que permita elecciones libres en septiembre. En su forma actual el artículo 76 impediría presentarse a independientes como Mohamed El Baradei. «Y aún más, el nuevo presidente tendría los mismos poderes imperiales que tiene Mubarak», observó.