Tipos nobles
El Rey nombra por sorpresa a Del Bosque marqués, junto a Vargas Llosa, Villar Mir y el catedrático Aurelio Menéndez que se suman a una lista de 2.200 aristócratas en España
Actualizado: GuardarVicente del Bosque estrenaba ayer título. Pero no el de campeón del Mundo que reluce desde hace unos meses en su espectacular currículum. Ahora el seleccionador nacional de fútbol ha pasado a ser ‘ilustrísima’ persona. Nada menos que en sus tarjetas de visita acompañará a su nombre el título de Marqués de Del Bosque, una distinción concedida por el Rey que el entrenador no sabía cómo manejar en su primer día como aristócrata. Todo le pilló casi por sorpresa en plena rueda de prensa para anunciar la lista de convocados para el próximo partido amistoso frente a Colombia en el Bernabéu. Por eso ni siquiera conocía cuál era el tratamiento oficial que había que darle... «pero seguro que me seguirán llamando míster o Vicente», apuntaba con una sincera sonrisa mientras relataba el «corte, apuro y responsabilidad» que le supone este nuevo halago a su carrera deportiva. No es para menos, un título nobiliario se considera uno de los mayores reconocimientos que puede otorgar el monarca, ya que no sólo distingue al agraciado, sino también a toda su estirpe al ser hereditario.
El seleccionador no ha prestado servicios en el campo de batalla como aquellos caballeros de la Edad Media que luchaban a capa y espada por defender las tierras de su señor frente a los invasores hostiles. Ha tenido su propia batalla: «Una gran dedicación al deporte español y su contribución al fomento de los valores deportivos». Y eso le ha valido por parte de don Juan Carlos su nuevo título. Junto a Del Bosque, desde ayer también son ‘ilustrísimos’ marqueses el escritor y reciente premio Nobel Mario Vargas Llosa –«por su extraordinaria contribución, apreciada universalmente, a la literatura y a la lengua española»–, el catedrático universitario Aurelio Menéndez Menéndez –«por la labor fecunda en el ámbito de la docencia universitaria y las ciencias jurídicas al servicio de España y de la corona»– y el presidente de OHL, el empresario Juan Miguel Villar Mir –«por su destacada y dilatada trayectoria al servicio de España»–. Cuatro nuevos marqueses que pasan a formar parte de las más de 2.200 personas que integran la nobleza española, según la última Guía Oficial de Grandezas y Títulos del Reino publicada en 2009 por el Ministerio de Justicia. Algo que el escritor peruano dice que va poco con él: «Yo nací plebeyo y voy a morir plebeyo a pesar del título».
Cambio de roles
Los antaños caballeros y defensores del reino a los que luego se les premiaba siendo duques, condes y marqueses, ahora, en pleno siglo XXI, se han convertido en personajes relevantes de las artes y las ciencias o la política que muestran una trayectoria ejemplar. Entre ellos no faltan el compositor Joaquín Rodrigo, el escritor Camilo José Cela, la científica Margarita Salas, el editor Guillermo Luca de Tena o el diplomático Marcelino Oreja. También en los últimos años se ha unido a la nómina de la nobleza descendientes y viudas de hombres de la cultura, empresarios aristócratas y hombres de palacio y de la propia Familia Real. Aunque en este último caso los honores no son hereditarios, sino vitalicios, como ocurre con los ducados que atesoran las infantas Elena y Cristina, además de las hermanas del rey. En total don Juan Carlos ha concedido 44 títulos nobiliarios en sus 36 años de reinado, diez menos que Franco.
¿Pero quién decide quién debe ser noble? La elección es personal e intransferible del rey, aunque debe ser ratificada por el Gobierno. Nada de una selección previa por parte de algún organismo o institución. Directamente el monarca concede los títulos en función de los méritos y logros de quien estime merecedores, nombres propios en los que también pueden tener cabida las sugerencias de ciertos sectores sociales. Eso sí, normalmente don Juan Carlos opta por entregar marquesados, reservando los ducados y las grandezas de España –con el tratamiento de excelentísimo– para sus más allegados y personalidades que merezcan un reconocimiento especial, como Sabino Fernández del Campo. En este cupo entran también los expresidentes de Gobierno. Salvo Felipe González, que declinó la real concesión, el resto de primeros mandatarios o sus familias atesoran una grandeza de España, como es el caso de Adolfo Suárez o Leopoldo Calvo-Sotelo. Una lista en la que aún no aparece José María Aznar al que se le considera todavía activo en el mundo de la política. Un honor que tendrá que esperar.
España es el país europeo en el que los títulos nobiliarios gozan del mayor reconocimiento oficial... pero poco tienen que ver estas distinciones en la actualidad con los parabienes que relatan las películas históricas. Del Bosque, Vargas Llosa, Menéndez y Villar Mir, como el resto de la aristocracia española, no disfrutan ni de derechos especiales ni de beneficios económicos por más marqueses que ya sean. Nada de pasaporte diplomático u otros privilegios como antiguamente. Al contrario. Ahora la regia distinción sólo da derecho –y casi obligación, apuntan los expertos– a utilizar el título junto al nombre y el tratamiento oficial.
Ni se compran ni venden
Inmutable desde hace más de mil años se encuentra la esencia de estos nombramientos: los títulos ni se compran ni se venden. La única forma de lograrlos es merecérselos o heredarlos vía familiar (directa o transversal). Lo segundo siempre previo pago de la correspondiente tasa estatal. Por el momento, los recientes aristócratas no tendrán que abonar ni un euro para poder llevar a gala los marquesados de Del Bosque, de Vargas Llosa, de Ibias –concejo asturiano del que es Hijo Predilecto Agustín Menéndez– o de Villar Mir. Eso sí, sus herederos directos tendrán que desembolsar, a día de hoy y según las tasas de 2011, 739 euros para poder utilizar el título una vez fallecido el titular, lo que se eleva hasta los 2.594 cuando llevan aparejada una Grandeza de España. Dicen que es un pago mínimo si se compara con la responsabilidad que conlleva su uso. «Cualquier persona que hereda un título debe intentar heredar también el mérito, es decir, continuar haciendo cosas y trabajando por su país», detalla José María de Areilza, conde de Rodas y consejero de la Diputación de la Grandeza de España, institución que representa a todos los títulos nobiliarios, casi 2.800. Entre ellos ya no se encuentra el marquesado de Dalí de Púbol, concedido a Salvador Dalí en 1982. El título, como el resto de los que suele otorgar el Rey, era hereditario, pero el artista lo transformó en vitalicio al no contar con descendencia y asegurar que la relación con el resto de su familia no era la más adecuada. Además, estas distinciones ya pueden ser heredadas tanto por un hombre como una mujer, ya que en 2006 se aprobó la ley sobre la igualdad de sexos en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios, que siempre recae en el primogénito. Un síntoma de la modernización de una institución unida indisolublemente a la historia de España, en la que hoy en día hay los más diversos perfiles profesionales. Y es que los expertos concluyen que la historia de España también es la historia de sus títulos. Y está claro que Del Bosque, Vargas Llosa, Menéndez y Villar Mir han escrito ya algunas de sus páginas.