Una Copa muy cargada
Mestalla se perfila como sede, aunque 'La Cartuja' se postula y en los foros culés se decantan por el Santiago Bernabéu La tranquilidad del Barça ante la gran cita del 20-A contrasta con la agitación del Madrid
MADRID/ BARCELONA .Actualizado:El 'Copazo', la 'final del siglo', el duelo de 'la venganza y el miedo', el 'choque soñado', el 'fin del mundo', el 'mejor espejo internacional del fútbol español'. Han tenido que presentarse el Barça y el Real Madrid en la cita decisiva del torneo del K.O., lo que no ocurría desde hace 21 años, para que la Copa del Rey vuelva a primer plano. Recupera su máximo esplendor un torneo devaluado porque se mete con calzador en el calendario y los grandes suelen despreciarlo en beneficio de Liga y 'Champions'.
Desde ahora y hasta el 20 de abril, la Copa estará cargadita. Una delicia para la Federación Española de Fútbol, organizadora del torneo, los aficionados y los medios de comunicación. Ríos de tinta, aglomeración de tertulianos, enfrentamientos históricos, estadísticas, polémicas, un sinfín de tópicos. La primera incógnita es la sede. No se conocerá de forma oficial al menos hasta el próximo viernes, cuando se prevé la primera reunión entre las partes, pero todo apunta a Mestalla, feudo equidistante de los contendientes. La segunda opción es el estadio sevillano de La Cartuja. Los rectores de la sociedad que gestiona este recinto destacan que es el único con la máxima calificación de la UEFA, cinco estrellas, que no se encuentra en la ciudad de los dos contendientes.
Curiosamente, el Barça ve con mejores ojos el Bernabéu que el Madrid. Solo es un rumor, pero el hecho de que circule en un entorno próximo al del entrenador azulgrana le da un punto de credibilidad nada descabellada. Y está claro que el miedo escénico no existe tras dos exhibiciones seguidas como el 2-6 y el 0-2. No hay confirmación oficial, pero solo el hecho de que se comente en los foros culés que el equipo azulgrana quiere jugar en Chamartín confirma que los azulgrana viven todo lo que rodea a la final de Copa como un capítulo más de una historia maravillosa.
«Por mi cabeza pasan varios lugares para la final», afirmó Ángel María Villar ayer en Bilbao. Ni palabra de un hipotético cambio de fechas. Mourinho ya se ha quejado de que el duelo impide la correcta preparación de los cuartos de 'Champions' y perjudica al fútbol español si merengues y culés siguen en liza.
Después de siete años lejos de la final y casi 18 sin alzar la Copa, para el Madrid este partido es una cuestión de necesidad. Como es lógico, en la actual plantilla no hay ni un superviviente del último equipo que se coronó, con Benito Floro como técnico y Butragueño y Lasa de goleadores, en 1993. Casillas solo tenía 11 años cuando sus ídolos vencían al Real Zaragoza en el Luis Casanova. Con el tiempo, Iker sufriría desde el banquillo el 'centenariazo' de 2002 ante el Deportivo y el desastre de Carlos Queiroz en Montjuic ante un Zaragoza donde ya sobresalía por sus goles un tal David Villa. Más de tres lustros de descalabros para toda una generación, de fracasos sonados ante el Toledo, el Real Unión o el Alcorcón.
Eliminado el Sevilla, Casillas se detuvo en la final que se avecina. «El Madrid no se puede permitir el lujo de estar años sin ganar la Copa. Tenemos una espina clavada. Hemos atravesado un camino muy difícil, con cuatro partidos en dos semanas contra los vigentes finalistas, y merecemos estar ahí. Nos entusiasma ese partido pero no podemos perder de vista el resto. Hay que llegar al 20 de abril vivos en todas las competiciones», afirmó el capitán.
El director general del Real Madrid, Jorge Valdano, también se refería al 'Partido'. «Estamos ahí para desafiar al Barça. No nos asusta nadie», afirmaba. Mourinho se reivindicaba y dejaba claro que para él los choques arrancan en las conferencias de prensa. «Antes, el Madrid jugaba dos partidos y se iba para casa. Este año nos tomamos la Copa muy en serio para recuperar prestigio», subrayó el técnico en las entrañas del Bernabéu. ¿El Barça? «No le tengo especiales ganas, solo la motivación de jugar una final e intentar ganarla, como siempre». ¿Favoritos? «La historia de las finales dice que no hay favoritos». Palabra de un entrenador especialista en este tipo de encuentros, campeón con el Oporto, el Chelsea y el Inter y perdedor solo una vez, con el Oporto ante el Benfica hace siete años.