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Rubén, el mellizo varón de una familia honrada

Corpulento, pelo castaño, estatura media, introvertido, mal estudiante y apodado 'El Vaca'. Así hablan del menor

GEMA MARTÍNEZ
MÁLAGA.Actualizado:

«Corpulento» o «gordinto» o «grueso», «¿El pelo? Castaño. Castaño claro», no excesivamente alto, introvertido, sin aficiones. Le apodan 'El Vaca' pero nadie sabe la razón. «Quizás es por el apellido», «quizá es por la constitución», se aventuran a decir.

Rubén nació el 2 de diciembre de 1994, en un parto de mellizos. Tiene 17 años. Recién cumplidos. Además de la hermana gemela, tiene otra mayor: «rondará los 22», dice una mujer que conoce a la familia. La hermana melliza, sí continuó con los estudios. Él, el varón, los dejó. No era un buen estudiante, en eso coinciden todos, aunque la apreciación varía en grados. Hay quien afirma que «estaba siempre expulsado». Hay quien dice que en los estudios le iba simplemente «regular». El caso es que ya no acudía al Instituto de Enseñanza Secundaria Escultor Marín Higuero. Sus responsables guardan silencio.

Una amiga del menor detenido y que también lo era de la niña asesinada cree recordar que él empezó a trabajar en una obra casi por la misma fecha en la que desapareció María Esther. La obra está en la calle Ronda, perpendicular a La Viñila, donde el chico vive con sus padres y con sus hermanas. «Una familia buena donde las haya», repiten los vecinos. «Una familia buena, trabajadora y emigrante», dice un vecino de Arriate.

El padre es de Setenil de las Bodegas, de Cádiz, al igual que la familia de la joven asesinada. La madre sí es de Arriate. «¡Ay, la Conchi!», se lamenta una señora. «Se carga una casa de familia. La madre no tiene culpa», dice casi llorando. A los padres los conoce, pero al hijo no, al hijo no le pone cara.

Ocurre más de una vez. Sobre todo con las personas mayores. Saben quienes son los padres y conocen a los abuelos, «todos muy buena gente», pero al hijo no le ponen cara. «Por eso estoy aquí. Tengo ganas de verlo, por reconocerlo», dice una mujer. Está al final de la calle Viñila, recién precintada por la Guardia Civil.

Introvertido

«¡Es que es un chico normal!», dice la joven que ha sido amiga de María Esther y del menor detenido por su presunta implicación en la muerte de la niña. «No tenía aficiones. No le gustaba el fútbol ni esas cosas de los chicos. Tampoco hablaba mucho. Hay otros que hablan más, pero él no. No era extrovertido». Rubén coincidía con María Esther en la marquesina de la parada de autobús situada en la salida de Arriate. Ese es el punto de encuentro de un nutrido grupo de jóvenes que no tienen mucho más que hacer allí. No es que el chico fuera de la pandilla de las amigas de ella. «Era nuestro colega, pero no de la pandilla», dice la amiga de ambos.

Ni ahora, que ya conoce que está detenido, recuerda en Rubén una palabra, un gesto, una actitud hacia María Esther que pudiera explicar un desenlace macabro. Si se pone a pensar, cree que el chico detenido no participó en los rastreos ni en la búsqueda. Juraría que tampoco fue a la misa en honor de la pequeña y no recuerda haberle visto en el homenaje que organizó su familia el pasado martes 2 de febrero, el mismo día en el que María Esther hubiera cumplido 14 años. «Supongo que como estaba trabajando en la obra, no me extrañó», concluye.

En cambio, Ruben sí siguió acudiendo a la parada de autobús una vez que apareció el cadáver de la chica en la caseta de una piscina del pueblo y también cuando los rumores comenzaron a apuntarle de forma insistente y directa. Un amigo afirma que el martes se lo encontró en la parada del autobús y que le pregunto si había sido él: «Quise saber si era uno de los que habían matado a la niña. Bajó la cabeza y me dijo que no». También este joven afirma que jamás detectó nada extraño en el menor: «Había chicos de 13 y 14 años que insultaban a María Esther, pero él no estaba entre ellos». Dice que el mismo miércoles, cuando otra amiga le preguntó más o menos lo mismo, Rubén contestó: «Yo no he sido y cuando se sepa la verdad, todos tendrán que pedir perdón. A mí y a mi familia».