¿Quiénes defienden al presidente?
Miles de personas tienen mucho que perder, desde funcionarios a empresarios que han alimentado la máquina de la corrupción Sus seguidores se dividen entre los que le consideran un padre y los violentos
EL CAIRO.Actualizado:Karim Essam no ha conocido a otro presidente que Hosni Mubarak. Nació en 1981, el mismo año en que el 'rais' ascendió al poder. Es uno de los jóvenes de la generación que ha crecido bajo el paternalismo opresivo de un régimen que ayer quiso hacer una demostración de fuerza. Pero Essam, a diferencia de los miles que se manifiestan desde hace una semana en la plaza Tahrir, siente a Mubarak como un padre, y ayer acudió a defender a su presidente y a pedirle que no se marche.
Es difícil generalizar sobre las miles de personas que salieron a la calle en apoyo del régimen. Mientras que decenas de familias, algunas incluso con niños, jóvenes y mayores avanzaban hacia el centro para mostrar su afecto al jefe del Estado, otros cientos, armados con palos, piedras y navajas, intentaban acceder a la palza de Tahrir para reventar la protesta antigubernamental.
La procedencia y las motivaciones de estos últimos es cuanto menos sospechosa. El rumor, confirmado por varias fuentes dentro de la plaza, de que la contramanifestación ha sido planificada y dirigida por policías de paisano, toma cuerpo. Al-Jazeera mostró ayer carnés de identidad de agentes que supuestamente pertenecían a hombres que habían estado lanzando piedras.
Desde la noche anterior, estos grupos, que se intuye han sido pagados o al menos arengados por las autoridades, habían realizado marchas en los alrededores de Tahrir con motos, coches y a pie, y con palos en la mano. Agresivos y visiblemente alterados, quizás por algún tipo de sustancia, los manifestantes hicieron todo lo posible por provocar a los inquilinos de la plaza, hasta que ayer la situación explotó.
Pero no todos los pro Mubarak son violentos. Un régimen de treinta años necesita sostenerse en un enorme aparato para poder sobrevivir. Desde altos y medios cargos de ministerios y organismos públicos que han alimentado la máquina de la corrupción, hasta empresarios que se han enriquecido con las políticas económicas del 'faraón', miles de personas en Egipto tienen mucho que perder si el régimen cae.
Lágrimas tras el discurso
Gentes como Mohamed Gannan que, elegantemente vestido, atravesaba ayer el puente del Seis de Octubre en dirección a la plaza Tahrir. Gannan trabaja en el Ministerio de Educación, y reconoce que lloró cuando vio al presidente Mubarak anunciar en televisión que no se presentará en las elecciones del próximo septiembre. «Si el 'rais' se va, Egipto se va a sumir en el caos y el desastre», aseguraba el funcionario.
Este es un miedo compartido por todos los partidarios del mandatario entrevistados, muchos de los cuales consideran que Egipto necesita un Gobierno fuerte, y que Mubarak ha conseguido mantener el país estable y defenderlo de lacras como el terrorismo. «Las manifestaciones antigubernamentales están financiadas por Irán y los Hermanos Musulmanes, que quieren crear un Estado islámico. Llevan años intentándolo, y éste es su momento», afirma Manasen el Hawary, estudiante universitaria que ha acudido desde Alejandría para sumarse a la marcha.
Todo tipo de teorías de la conspiración circulan estos días entre los partidarios de Mubarak, desde que la Hermandad ha organizado las manifestaciones, hasta que el régimen de los ayatolás iraníes está pagando a extranjeros para que desaten el caos.
A pesar de querer al presidente Mubarak como un padre, muchos, como Nagwa Eshafay, que ha acudido a la manifestación con su hijo Mohamed, de apenas once años, están de acuerdo en que Egipto necesita emprender reformas políticas. «Pero hay que hacerlas poco a poco, si hemos aguantado treinta años, ¿qué más da esperar otros seis meses?», afirma.