![](/cadiz/noticias/201102/03/Media/alemania--300x180.jpg?uuid=5b00235e-2fa8-11e0-89cd-b3819bd3bce6)
Salchichas, cerveza y trabajo
Angela Merkel aterriza hoy en Madrid con la maleta cargada de ofertas laborales para los españoles más preparados
Actualizado: GuardarSe necesitan ingenieros y también técnicos en educación, sanidad y turismo. En cualquier caso, personal bien preparado y que sepa manejarse en alemán. La canciller Angela Merkel aterriza hoy en Madrid con la maleta llena de trabajos para los españoles más cualificados. El acuerdo alcanzado la semana pasada entre los institutos de empleo de ambos países para facilitar el acceso de profesionales españoles al mercado laboral alemán se ha convertido en el gran protagonista de la cumbre. Las miles de consultas que recibe desde entonces la web de la embajada germana en Madrid (www.madrid.diplo.de) dan fe del interés que ha despertado una oferta que ha adquirido también una importante dimensión simbólica. Se diría que el acuerdo ha resucitado del imaginario colectivo escenas de la emigración en blanco y negro que el falso resplandor del ladrillo había dejado en la penumbra y ha situado a los españoles ante un espejo que por fin les devuelve una imagen sin distorsiones de la realidad. Más de 4,2 millones de parados son muchos parados, sobre todo si se tiene en cuenta que Alemania, con el doble de población, suma 3,3 millones.
La locomotora teutona avanza a todo trapo. La tasa de crecimiento ha subido hasta el 3,6% y las empresas cerraron el año pasado sus balances con unos beneficios sin precedentes. «Han asumido la industrialización de los países emergentes y tienen tal carga de pedidos que no dan abasto», resume el empresario donostiarra Juan Echaide, buen conocedor del tejido productivo germano, que ilustra sus palabras con un ejemplo muy gráfico: «BMW vende ya más coches en China que en la propia Alemania». Pero al nuevo milagro alemán le falla una pata: la población en edad laboral se queda corta debido a la escasa natalidad, un fenómeno del que no se libra ningún país europeo, y se hace necesario mirar al exterior en busca de mano de obra (un informe oficial cifraba en 800.000 las plazas a cubrir solo en la industria).
Con esas credenciales no es extraño que la canciller alemana sea recibida hoy a su llegada a Madrid como una versión actualizada de aquel mister Marshall que sirvió a Luis García Berlanga para retratar la paupérrima España de la posguerra.
Frau Merkel ha pasado a ser la encarnación de la esperanza para muchos conciudadanos dispuestos a hacer las maletas con tal de dejar atrás los estigmas del desempleo y la precariedad laboral. Pero, ¿merece la pena lanzarse a la aventura?, ¿es Alemania un país atractivo para vivir? Y, sobre todo, ¿es realmente cierto que se puede encontrar trabajo? Cuatro españoles que se fueron allí para ganarse la vida cuentan a V su experiencia.
Gabriel Nanclares
Ingeniero de Telecomunicaciones
«Aquí es imposible estar en paro»
Gabriel Nanclares, de 28 años, ha estado los cuatro últimos trabajando en Alemania y se declara un ferviente entusiasta de su sistema laboral. «Hay una flexibilidad en el trabajo que no tiene nada que ver con el presencialismo que rige en España», elogia este ingeniero de telecomunicaciones. Sus dos primeros años los pasó en el Instituto Fraunhofer, el mismo que inventó el MP3 entre otras muchas cosas. «Las condiciones salariales tampoco tienen nada en común porque en mi último año de trabajo estaba cobrando 55.000 euros brutos anuales, algo impensable en España». Eso sí, puntualiza, los impuestos se llevan el 43% de la nómina cuando estás soltero y no tienes hijos. ¿Y la vivienda? «Un dúplex compartido en Hamburgo me salía por 450 euros al mes con todos los gastos incluidos». Pero lo que más valora el joven ingeniero es la calidad del trabajo. «Los dos últimos años estuve en una empresa aeronáutica y trabajé en un proyecto de sistemas de comunicación para los aviones de Lufthansa que era todo un desafío desde el punto de vista profesional. Esa clase de oportunidades –añade–sólo surgen cuando trabajas en países que están a la vanguardia de la tecnología». A Nanclares, que ahora está en España, le llegaron nada menos que ocho ofertas laborales cuando terminó su contrato con la empresa aeronáutica. «Si eres ingeniero, en Alemania nunca te va a faltar trabajo», concluye el joven bilbaíno, que anima a hacer las maletas a todo aquel que tenga oportunidad. «Sabiendo inglés te arreglas perfectamente al principio porque casi todos lo alemanes lo hablan, aunque si te quieres quedar hace falta aprender su idioma».
Jorge Oriol
Ingeniero Industrial
«La vida no es más cara»
Al barcelonés Jorge Oriol, un ingeniero industrial de 23 años que vive en la localidad bávara de Amberg, se le cae el alma a los pies cada vez que oye en un informativo que el paro juvenil en España está por encima del 40%. «El contraste es brutal porque allí todo son miserias mientras que en los telediarios alemanes lo único que se escucha es que todas las grandes empresas están batiendo récords de beneficios». Oriol dio el salto el pasado mes de junio cuando le salió la oportunidad de realizar el proyecto de fin de carrera en una planta de Siemens. Durante los cinco meses que le ha llevado la tarea ha estado percibiendo un complemento que le ha permitido sufragarse el alojamiento, la comida y, sobre todo, las clases de alemán. «En contra de la idea que tenemos, la vida en Alemania es incluso más barata que en España porque me he estado arreglando con 700 euros al mes». Terminado el proyecto, está a la espera de formalizar un contrato de trabajo en Alemania. «Tal y como están las cosas en España, creo que es lo mejor que puedo hacer».
Patricia Sevilla Ciordia
Fotógrafa
«Se siguen comprando periódicos»
Patricia Sevilla, madrileña de 39 años, lleva ya más de diez en Berlín. Hizo en España la carrera de Físicas aunque después de pasar un año en Alemania gracias a una beca del programa Erasmus decidió probar fortuna allí en un campo, el del fotoperiodismo, que tiene poco que ver con su vocación inicial. «Los primeros años tuve suerte y estuve colaborando con la agencia Efe y con algunos periódicos españoles, pero en los últimos tiempos ya no coloco una foto». Consciente de que las puertas de los medios españoles están cerradas, Patricia trata ahora de abrirse camino en la prensa germana. «Los alemanes siempre han sido lectores voraces de periódicos y eso se mantiene a pesar de internet. Vas paseando por la calle y ves que la gente sigue llevando prensa y revistas bajo el brazo». De momento Patricia carece de ingresos estables aunque con sus trabajos ocasionales y lo que gana su pareja tienen para pagar los 600 euros del alquiler de un piso de 75 m2 en el centro de Berlín.
Rodrigo Sáez
Ingeniero de Telecomunicaciones
«Berlín es una ciudad tranquila»
El madrileño Rodrigo Sáez, de 31 años, se quedó también prendado de la capital alemana después de una breve estancia a través del programa Erasmus. Ahora trabaja de investigador en el Helmholtz-Zentrum de Berlín, donde le pagan 1.800 euros netos al mes con un horario muy flexible que, por ejemplo, le permite cogerse fiesta algunos viernes gracias a las horas que acumula trabajando de más el resto de días laborables de la semana. «Eso de estar calentando silla no sólo no se estila por aquí, sino que encima está muy mal visto porque se supone que si te quedas al término de tu jornada laboral es que no has sido capaz de cumplir tu tarea», dice. Se acaba de comprar un piso por el que ha pagado 1.200 euros el metro cuadrado aunque hasta ahora ha vivido de alquiler en un céntrico apartamento de 50 metros que le costaba 250 euros al mes. «Berlín –resume Rodrigo– es la capital ideal porque conjuga todos los atractivos de una gran ciudad con las ventajas de un ritmo de vida muy tranquilo, casi diría que pueblerino».