opinión

Creer en algo

No, presidente, no. La grandeza no es saber que hay problemas, es saber dónde están

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El martes hablé en Punto Radio con Esteban González Pons, uno de los que se sientan a la derecha de Rajoy, y me dijo: «Convéncete, todo lo que pasa es porque hay un Gobierno amortizado y un presidente en la lona». El miércoles hablé con José Antonio Alonso, portavoz del PSOE en el Congreso y uno de los que se sientan a la izquierda de Zapatero, que por lógica y en este caso debe ser el lado bueno, y me dijo: «No te líes, si hubiera una oposición responsable que no esté hambrienta por llegar a La Moncloa; si fuera más generosa, si le importara España y no el Gobierno las cosas estarían mal, pero no tan mal. La culpa es del PP».

No crean que no me flagelo ante resultados tan escasos. En estas ocasiones siento el agobio que debe incendiar por dentro a un torero desesperado, que intenta sacar faena por todos los medios, baja la muleta, cambia los terrenos, arriesga y se pone delante de los pitones sabiendo que pisa un lugar en el que solo gana el toro. El diestro da un descanso a su contrincante, le deja respirar, le deja que se confíe a ver si así entra a la muleta. Pero no, el animal se amorcilla en los medios y mira al tendido como si lo que pasa en el ruedo no fuera con él. Y el público mira al torero como diciéndole: ¡pero termina ya, hombre! Y el torero les da la razón y piensa: pero quién me manda a mí torear semejante género.

Me perdonarán tanto adorno taurino, pero a veces de los revisteros y su jerga saca uno las mejores palabras para explicar tanto desencanto político. No les culpo, no, créanme. Debo ser justo y pensar que quizá ellos no son más que un reflejo de lo que somos los demás. En todo caso de ellos sigo esperando algunas ideas, algunos reconocimientos del que está enfrente, un poco de razonada autocrítica y un mucho de que tienen claros los terrenos que son de interés general. No, no es posible. Mientras esto pasa, España más desorientada que nunca, se desangra y cuenta sus parados camino de los cinco millones. La casualidad ha tenido el capricho de que tres horas antes de firmar el Acuerdo Social y Económico conociéramos que enero trajo 131.000 parados. ¿Alguno de los firmantes puede explicar a uno de esos nuevos parados por qué no hicieron el pacto hace tres años, por ejemplo? Silencio. Y Zapatero dice ahora que todas las grandes naciones pasan por problemas y que demuestran grandeza al salir de ellos. No, presidente, no. La grandeza no es saber que hay problemas, es saber dónde están. Usted habla como uno más. Y no lo es. Forma parte del problema que ya no puede solucionar. El acuerdo es una foto. Una foto para la portada del periódico que esta mañana Zapatero enseñará ufano a Angela Merkel. ¡Pena de país, señor!