Había una vez... una cultura
La tradición circense se mezcla con la modernidad en la pista de Royal, que se mantiene como espectáculo familiar; el circo resiste a las dificultades y un año más no falta a su cita con la ciudad
Actualizado:Divertir a grandes y pequeños. Puede parecer un objetivo sencillo, todo lo contrario. El circo lleva décadas viajando de ciudad en ciudad detrás de esa meta. Actuación tras actuación, número tras número y siempre bajo un mismo camino: el riesgo. Ya sea con acrobacias o con animales salvajes, tirando cuchillos o con fuego. Aunque los tiempos cambian.
El espectáculo debe continuar y actualmente se encuentra entre la tradición y el futuro. El mejor ejemplo está situado en el recinto ferial de la Magdalena. El circo Royal ha integrado las nuevas tecnologías en sus funciones. «Hay que modernizarse sin perder la esencia. Nosotros tenemos a la única persona capaz de jugar con el láser, doblarlo e incluso hacerse una jaula». Para el director de esta empresa, Enrique Ribas, el circo es su vida. Él pertenece a la séptima generación de circenses y sus nietos ya están metidos en este mundo, que nunca puede dar la espalda a los animales. «El circo es cultura y eso lo entiende muy bien la gente de a pie. Son muy pocas las oportunidades que se va a tener de mostrar un animal como un león blanco, un tigre blanco o una pantera, de verlo en libertad. El circo es un espectáculo familiar, para grandes y pequeños, en él se comparte una ilusión y es una forma de vida».
Como no podía ser de otra forma la crisis también les ha golpeado. Además, dependen demasiado de las inclemencias climatológicas y tienen que batallar con las tasas e impuestos municipales. «Sé que son necesarias, pero son muy pocos los ayuntamientos que nos facilitan las cosas. En este caso tengo que felicitar a Chiclana porque a cambio de entradas gratis para niños con problemas económicos nos rebajó las cuotas. En San Fernando estamos muy contentos aunque esta vez el espacio no ha estado acondicionado a nuestras necesidades».
Unas 25 familias y más de 50 personas van de un lado para otro durante todo el año. No hay descanso ni vacaciones, solo otra ciudad a la que acudir. «Tengo que decir que nosotros contamos con todas las prestaciones que cualquier otra persona. Por ejemplo, el Estado nos pone una maestra para que nuestros niños puedan aspirar al mismo futuro que los del resto de las familias. Ahora también hay tiempo para disfrutar porque el descanso de los ensayos depende de cada persona. Por ejemplo, el chico que tenemos que mantiene en el aire siete bolas no ensaya y por ahora nadie ha conseguido superar ese número».
El mejor regalo que puede tener un artista de circo es el aplauso y para Enrique su mejor recuerdo se lo lleva de la provincia. «En Jerez nos despidieron aplaudiendo por 'seguiriyas' y eso es algo que hay que vivirlo». No es la primera vez que están en San Fernando y siempre se han llevado el calor del público. Sin embargo, pide ayuda a las administraciones para que fomenten «esta cultura porque España es una de las cunas del circo y así se ve en otros países. Por ejemplo el Ministerio de Cultura de Marruecos nos ha invitado al país».