EE UU apoya el cambio para no lamentar otro Irán
Congresistas demócratas presionan a Obama para que empuje al líder egipcio a delegar la transición «que su pueblo merece»
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«La debilidad de Obama está afectando a sus aliados», protestaba el lunes el diario israelí 'Haaretz'. La neutralidad que Obama pretendía mantener se volvía en su contra. Algunos temen que Egipto sea para él lo que Irán para Jimmy Carter, pero su partido está decidido a impedirlo. «Todavía seguimos pagando un precio horrible por aferrarnos demasiado al sha de Irán», escribió ayer el senador John Kerry. «Es vital que nos pongamos del lado del pueblo que comparte nuestros valores».
El presidente demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado no hablaba unilateralmente. A esas horas Washington había despachado hacia El Cairo al exembajador Frank Wisner para reunirse con Hosni Mubarak y darle el mensaje de que es hora de que renuncie al poder. «Es imperativo que deje claro que ni él ni su hijo se presentarán a las próximas elecciones», anunció Kerry, «y que nombre a un delegado que coordine con el Ejército y la sociedad civil para que conduzca sin violencia la transición de Egipto al futuro que su pueblo quiere y merece».
Wisner, un diplomático de 72 años que fuese embajador de EE UU en Egipto durante los años de Bush padre, tiene la edad y las relaciones adecuadas para tratar con Mubarak y hacerle entender que se ha acabado la partida. El exrepresentante diplomático fue enviado de Bush hijo a las negociaciones de independencia de Kosovo, donde se le atribuye un brillante papel. Su presencia liberará a la embajadora Margaret Scobey del papel político y le permitirá concentrarse en la evacuación de los ciudadanos estadounidenses. El lunes más de 1.500 fueron evacuados a Grecia, Turquía y Chipre. La embajada ha dejado marchar a todo el personal que no resulta imprescindible y ha puesto un pelotón de marines al frente de la seguridad.
Asumir la realidad
Es hora de asumir la realidad de la calle. «Nuestra política de asistir al gobierno de Mubarak ha hecho a EEUU cómplice de un régimen represivo de los derechos humanos y democráticos que decimos defender», admitió el congresista Dennis Kucinich en una carta a la Casa Blanca. Kerry lo puso aún más claro: «La prueba es que este fin de semana los cartuchos de gases lacrimógenes que se han disparado contra los manifestantes llevaban el cartel de 'Hecho en USA', y los cazas que sobrevolaban El Cairo eran F-16 proporcionados por EE UU», dijo el ex candidato presidencial. «El Congreso y el Gobierno Obama tienen que considerar enviar asistencia que genere empleos y mejore las condiciones de vida de Egipto y otros aliados en el mundo árabe para traer nueva luz a Washington», propuso.
Washington intenta desesperadamente descifrar a los actores de esta revolución, en particular a Mohamed El-Baradei, al que muchos ven como el posible sucesor de transición. Por su tradicional confrontación con EEUU y su presunta tendencia «proiraní» y «antiisraelí», según el exembajador John Bolton, la Casa Blanca no sabe si tendrá en él a un aliado o a un enemigo.
Fuentes del Departamento de Estado aseguran que EE UU, sin embargo, no cree que El-Baradei vaya a quedarse finalmente en el poder. Lleva demasiado tiempo en el extranjero y carece de los contactos para prevalecer en esta revolución de jóvenes. Quién controlará el canal de Suez y respetará los acuerdos con Israel que costasen la vida a Anwar el-Sadat es algo que EE UU trata de discernir a la vez que el resto del mundo. Su deseo es un gobierno moderado y secular pero todavía no existe ningún partido capaz de ocupar ese lugar. Por eso busca tiempo que le permita nacer.