Egipto lanza el último desafío a Mubarak
El Ejército se muestra «consciente de las legítimas demandas del pueblo» en un comunicadoLos manifestantes rechazan el diálogo que ofrece el presidente a la opsición sobre las reformas políticas y económicas
EL CAIRO.Actualizado:Un millón de egipcios en la calle para decir 'no' a media docena de reformas demasiado pequeñas y demasiado tardías, como las que anunció anoche el vicepresidente, Omar Suleimán, al aludir a un diálogo con las fuerzas políticas sobre posibles reformas de la Constitución que le ha encargado el presidente, Hosni Mubarak. La encomienda presidencial lleva incluido el cumplimiento de las resoluciones del Tribunal de Apelación sobre las quejas por los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre y diciembre, además de la adopción de «medidas para poder recuperar la confianza en la economía» y obtener un mayor equilibrio entre precios y salarios de la población.
A la misma hora en que corría de boca en boca el llamamiento a sumarse hoy a otra movilización gigantesca contra Hosni Mubarak, el 'rais' aparecía en televisión tomando juramento a su presunto nuevo Gobierno, «los mismos ministros, aunque cambiados de cartera», ridiculizaban en la plaza de Tahrir los manifestantes. Mubarak ha sacado de su Gabinete a algunos de los magnates y colegas de su hijo Gamal, odiados como la banda de corruptos que ha saqueado el país con la salvaje liberalización económica. Pero ni eso, ni el sacrificio del titular del Interior, Habib el-Adly -el jefe de la represión brutal y la tortura en las cárceles, cuya cabeza llevan años pidiendo los egipcios- conmovía lo más mínimo. Su sustituto es uno de sus cómplices. Mahunmud Wagdi, un general de policía retirado, que nunca tendrá oportunidad de ejercer el mando, según sueñan los más confiados.
«La gente está harta, pero hay mucho optimismo, tenemos el mensaje claro de que Mubarak se va a ir en una semana, es obvio, hasta Estados Unidos le ha dicho ya que haga una transición sin violencia», se prometía uno de los jóvenes que han empezado a instalarse con tiendas de campaña en la céntrica plaza Tahrir con el propósito de no irse de allí «hasta que no se marche Mubarak».
Identificaciones
Pero nada está ganado en este pulso que suma ya 125 muertos en todo el país. Ni muchos menos. A la caída de la noche, y en previsión de esa «manifestación del millón» que celebrará hoy una semana ininterrumpida de protestas, nuevas columnas de tanques se desplegaban en los accesos y puntos estratégicos de la capital. No hay presencia policial ni de antidisturbios desde el viernes por la tarde, la calle es de los soldados y del toque de queda, aunque nadie lo respeta. Por primera vez en esa crisis, las tropas comenzaron ayer a pedir en cada esquina la documentación a extranjeros y nacionales, en lo que podría ser un avance del control de movimientos que podría extremarse hoy.
A la vez, el Ejército difundía por la televisión pública un comunicado en el que descartaban emplear la fuerza contra los ciudadanos. La presencia de soldados en las calles es «para garantizar la seguridad del pueblo», aseguraba una nota deliberadamente ambigua. «La libertad de expresión de manera pacífica es aceptable», aunque «hay que evitar que el país se desestabilice», continuaba, para concluir que «las Fuerzas Armadas son conscientes de las legítimas demandas del pueblo».
En la cita de hoy estarán todos los colectivos activistas, partidos y grupos opositores, incluidos los Hermanos Musulmanes, que desde hace días se entrevistan y preparan para alumbrar un gabinete de transición casi asambleario para cuando llegue 'la victoria'. Habría un cierto consenso sobre la figura del premio Nobel egipcio Mohammed el-Baradei para encabezar ese gobierno provisional, que tendría como fin llevar en unos meses al país a unas elecciones presidenciales limpias. El-Baradei no gusta del todo a nadie, los mensajes de que su liderazgo va a ser sólo temporal son constantes. Con treinta años de leyes de excepción, Mubarak ha triunfado a la hora de impedir que en el imaginario social egipcio crecieran identidades políticas alternativas a la suya. El encarcelamiento durante casi cinco años de Ayman Nour, el hombre que en 2005 osó desafiarle en las urnas y obtuvo un titánico 7% de los votos, es el ejemplo de cómo el régimen se ha sacudido a los opositores.
Víctima colateral de la convulsión que sufre Egipcio está siendo su economía. El ministro de finanzas, Samir Radwan, advertía ayer de que la «situación es seria» y culpaba a la población de estar «sacrificando todo el país».