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Y el tigre se convirtió en conejo

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China no conoce el término medio. Del feroz rugido del tigre, que ha servido para convertir a China en la segunda potencia económica del mundo, el país más poblado del planeta pasa ahora a la inocente fragilidad del conejo. Y como no podía ser de otra forma en ‘la fábrica del mundo’, a la población le han crecido las orejas. Todos los peluches y los gorros para niños han tomado los rasgos del animal, y hasta las figuras de oro que se venden en las joyerías de alto copete muestran sus largas paletas en la boca. Las calles de pueblos y ciudades han vuelto a vestirse del rojo más intenso, y el estruendo de los petardos se ha convertido en la banda sonora nacional. Y en la fuente de continuos sobresaltos.

Este jueves día 3 comienza el año 4709 de la era china, y, con él, la mayor migración temporal de la historia. En poco más de un mes se contabilizarán unos 2.550 millones de desplazamientos por tierra, mar y aire, un 7,7% más que durante el periodo festivo del año pasado. Las colas son interminables y se convierten en una informe masa humana. Las estaciones están abarrotadas de viajeros con bultos de tamaños surrealistas, y los responsables de los ferrocarriles añaden convoyes haciendo malabares con lo que hay.

Es hora de visitar a la familia, hacer el que para muchos supone el único paréntesis laboral del año, preparar cenas suculentas que nunca acaban y postrarse ante el televisor para ver la gala de la televisión nacional, el programa que, con unos 700 millones de espectadores, cuenta con la mayor audiencia del mundo. No hay campanadas ni uvas, pero sí bailes ‘kitsch’ y parodias de humor que llenan el ambiente de

carcajadas.

No obstante, las tradiciones cambian velozmente en la China del siglo XXI, y cada vez son más los que dan la espalda al equivalente de la Nochebuena y deciden sacar la cartera de paseo. Si se cumplen los pronósticos, casi 15 millones de chinos viajarán al extranjero en estas fechas. «La reunión con la familia es muy pesada. Más que un descanso es una tortura», asegura Zhang Ran, una joven secretaria de 24 años, residente en Zhengzhou, que ha decidido ahorrar durante todo el año para cambiar su pueblo natal por las playas de Pattaya, en Tailandia. «Me apetece ver a los transexuales», reconoce.

«Este es mi año, y quiero celebrarlo sin la presión que ejercen sobre mí los familiares», añade en referencia a los comentarios que siempre recibe sobre su soltería y la necesidad de abandonar el trabajo en la oficina para dedicarse a formar una familia. «El choque generacional se hace estos días más evidente que nunca, y los jóvenes lo pasamos mal».

La familia pierde peso

La institución de la familia pierde peso a marchas forzadas, y eso ha llevado a que el Gobierno haya introducido incluso una norma según la cual se podrá castigar a los hijos que no se hagan cargo de sus progenitores. «La política del hijo único y el auge del capitalismo ha hecho que crezca de forma exponencial el número de familias desestructuradas», analiza el sociólogo Xu Anqi, de la Universidad Fudan de Shanghai.

No obstante, los niños que nazcan este año lo harán bajo un signo, el del conejo, propenso a crear familias cohesionadas y numerosas, que quizá puedan aprovecharse de la relajación de la política de natalidad. De hecho, el cuarto animal del zodíaco chino es considerado el más alegre y afortunado de los doce que lo componen, y quienes tienen la suerte de nacer bajo su signo derrochan virtudes: elegantes como Brad Pitt, inteligentes como Einstein o el propio Confucio, sociables y de buen temperamento, adoran las artes, como Francis Ford Coppola, y tienen un don para la seducción que representa bien Angelina Jolie.

Pero, quizá por eso, también resultan calculadores y, en ocasiones, superficiales y comodones. Son buenos negociantes, diplomáticos y abogados. Eso sí, nunca agresivos, razón por la que se espera un año tranquilo en el que lo que hay que evitar es la autocomplacencia. Porque el siguiente, otra vez coqueteando con los extremos, será el año del dragón. Y es evidente que éste no tiene la calma y el buen carácter del pequeño mamífero.