TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

EL TÍO SAM SEGUIRÁ EN ROTA

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Cuarenta y ocho años después de los acuerdos militares entre Estados Unidos y España que permitieron la construcción de la Base de Rota, la prórroga del actual convenio que vencía el próximo 12 de febrero, en vísperas del Día de los Enamorados, permitirá que Tío Sam siga utilizando dicho enclave que se levanta en gran medida sobre los huertos, el melón y la calabaza que cantase Rafael Alberti.

El anterior embajador de Estados Unidos en España durante la era Bush se llamaba Eduardo Aguirre y a partir de los cables difundidos por Wikileaks conocemos su convicción de que, a pesar de la retirada de tropas españolas de Irak, ZP se había mantenido fiel a la cooperación militar con su país: «Las bases de Rota y Morón son centros estratégicos, a medio camino entre los EE UU y Afganistán e Irak. Aviones y buques americanos realizan alrededor de 5.000 vuelos y 250 escalas al año. El ejército español es pro americano y pro OTAN. La Marina cuenta con el sistema AEGIS en sus fragatas y ha estado trabajando durante cinco años para adquirir el sistema de misiles Tomahawk. España también está interesada en el Joint Strike Fighter. Tenemos que mantener fuerte esta relación de ejército a ejército».

A partir del próximo martes, eso sí, Estados Unidos tendrá mayores restricciones para los permisos de almacenamiento de explosivos, sobrevuelos y escalas de sus aviones, tanto en dicho recinto como en el de Morón. Así lo aseguró esta semana en el Congreso la ministra Carme Chacón, en respuesta a una interpelación de Gaspar Llamazares, portavoz de Izquierda Unida. Que no se trata, dice ella, de una respuesta ante los siniestros vuelos de la CIA que implicaron a nuestro país en una siniestra trama de guantánamos al margen del derecho internacional. Hasta ahora, cualquier aparato militar estadounidense que decidiera cruzar nuestros cielos «para los vuelos no contemplados en las autorizaciones generales», tenía que pedir permiso con dos días de antelación. Ahora tendrá que hacerlo una semana antes e incluir «un memorándum en el que se explique detalladamente las circunstancias del vuelo, el tipo, la cantidad de carga a transportar y el itinerario del mismo». ¿Significará acaso que España podrá negar dicho permiso? En teoría, sí. ¿Querrá hacerlo? Probablemente, no, pero al menos sobre el papel así aumenta la tutela española sobre unas bases que supuestamente también lo son.

En virtud de esta modificación que permitirá prorrogar nuevamente el convenio, EE UU tampoco podrá almacenar bombas de racimo ni minas antipersonales y deberá mejorar la protección ambiental de sus instalaciones. A cambio de ello, España no denunciará el convenio, lo que habría implicado un proceso parlamentario que llevaría a la negociación de un acuerdo global, por lo que La Moncloa ha apostado por introducir dichas «mejoras», según el léxico utilizado por la ministra Chacón, que precisó a su vez que también se ha prohibido expresamente los «repostajes en vuelos sobre territorio nacional y vuelos en modo visual». Las mejoras sobre un convenio que no se denuncia suponen, y así lo subrayó el portavoz de IU, una «fórmula extraña al Derecho».

Llamazares no quedó muy convencido tras la intervención de la ministra. A su juicio, el convenio actual que supone la renovación del que suscribieron las partes en 1988 y al que se sumaron ciertas modificaciones por el Protocolo de 2002, es anacrónico: «Resulta incoherente que el Gobierno consienta que Estados Unidos utilice el territorio español para realizar un tipo de misiones militares que las propias fuerzas militares españolas no tienen autorizado, tal y como sucedió con el uso de las bases españolas para desencadenar la guerra ilegal contra Irak». A su juicio, la Casa Blanca sigue llevándose el gato al agua: «España no tiene contraprestaciones. Podría decirse que la más burda de ellas es que mientras Estados Unidos tiene en España 8.000 efectivos y dos bases militares, España no tiene nada en Estados Unidos. Pero hablando de una reciprocidad más realista, no existe nada en materia de reciprocidad en estos momentos que aporte Estados Unidos a nuestro país en relación con nuestros compromisos, que son, en nuestra opinión, mucho mayores».

Según Llamazares, el convenio, por ejemplo, tampoco establece límites geográficos a la operación u operaciones que puedan apoyarse desde las bases militares, lo que le da via libre a operar en cualquier territorio desde nuestro país. Ni se limita la potencia militar que pueden albergar los Estados Unidos en sus bases españolas. Ni se modifica lo acordado en el Protocolo de 2002, bajo el gobierno de José María Aznar, cuando se recogía la posibilidad de que los servicios secretos del Servicio de Investigación Criminal Naval y de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos puedan actuar en territorio español para llevar a cabo investigaciones criminales que incumben a bienes y ciudadanos norteamericanos.

El pacifismo gaditano, por su parte, lo tiene claro: «El pequeño efecto colateral del tratado bilateral es que en vez de defender de verdad los Derechos Humanos, el gobierno de España se dedica a doblar la cerviz ante los vuelos secretos de la CIA, el asesinato de José Couso, el tráfico nuclear militar por nuestras costas, la contaminación radioactiva de origen militar en Palomares, el mantenimiento de las tropas españolas en la guerra de Afganistán.», afirma Cristobal Orellana, promotor de Noviolencia Ahora en Jerez. Y, mientras tanto, la Casa Blanca sigue adelante con la construcción de la base de Tan Tan, con una extensión de mil hectáreas junto al atlántico y colindante con el antiguo Sáhara español. Albergará al Comando Africano de EE UU (Africom), el sexto y flamante centro unificado de comando del Pentágono en África, que supuestamente lucha contra el terrorismo yihadista. A la postre, terminará haciendo el trabajo sucio que hasta ahora venían desempeñando Rota, Morón y otras bases europeas.