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EL RAYO VERDE

CARPE DIEM

LALIA GONZÁLEZ SANTIAGO
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Quien más y quien menos ha cogido la calculadora estos días para intentar situar a dónde se le ha ido el dulce horizonte del retiro, mientras la superestructura económica y política celebra un pacto que contenta a los mercados, que podrá exhibir ante Merkel, da viabilidad al sistema de pensiones para el futuro y es un pulmón de acero para las expectativas políticas de Zapatero y su Gobierno. Los que pueden hacer las cuentas son los más afortunados, pese a todo. Este es país de viejos y desde su atalaya se mira solo una parte del panorama, el de los que tuvieron empleo pronto y lo mantuvieron, mientras se olvida la situación de los que vienen detrás. Ahora mismo el 64,48% de los pensionistas ha cotizado más de 35 años, pero nunca más será así, porque el paro juvenil roza un escandaloso 32%, según la EPA de 2010, aunque el INE lo sitúa en el 42%, y cada vez la edad media de incorporación al mercado laboral es más alta. Cotizar 38,5 años será imposible para casi la mitad de los menores de 30 que ahora mismo no contribuye porque no curra, al menos no lo hace de manera regular y constatable, porque la economía sumergida bate todos los récords.

En la provincia, de nuevo, los datos son peores que la media nacional. Según la Encuesta de Población Activa que se dio a conocer el viernes, el año pasado terminó con 17.000 desempleados más que el anterior, hasta alcanzar los 177.700. Cádiz sigue en la cola del empleo, con un paro del 31,47%, solo superada por Las Palmas, que tiene un par de décimas de más. El desempleo juvenil alcanza un 39,93%, más de ocho puntos por encima de la media. Según el INE es más brutal: el 49% de los menores de 25 años.

El trabajo «en negro» y la solidaridad familiar son cada vez más incapaces de contener el estallido social y se empiezan a registrar movilizaciones en capitales españolas. Me pregunto si ese gran movimiento ciudadano que se ha despertado en los países árabes, en Túnez, Egipto, Jordania, Yemen, protagonizado por jóvenes sin expectativas, «bonzos» desesperados, tardará en llegar, porque los chavales, por mucha PlayStation que tengan, no son tontos.

Aquí, en todo caso, se retrasará un poco. Todo será un pasodoble de vellos de punta a partir del viernes y durante 40 días o más, porque los ostiones y erizos de hoy ya harán más suave la vida y las nuevas coplas comenzarán a calar en las conversaciones. Puede que muchas veces esto nos haya parecido un horror, una «alienación», «pan y circo» y demás, pero esta vez me da que resulta ser todo lo contrario: pura terapia, agua de mayo, celebración de la vida más allá de los números, la victoria de la alegría, de la supervivencia. Aparte de que el Carnaval es una fuente de riqueza, una industria local que aún no hemos sabido explotar como se debe para que dé más réditos. Incluso pasado febrero. Hasta el 13 de marzo, con la prórroga del Carnaval Chiquito del domingo 20, se decreta el «estado de felicidad permanente», que decía la canción, o al menos el olvido circunstancial. Disfrutemos nuestros días. Cuando despertemos, el dinosaurio seguirá ahí.