Primer asalto en Egipto
Actualizado:Tal y como pronosticaron medios conocedores del peso real y la lealtad al régimen egipcio de las fuerzas policiales y militares, el fuerte dispositivo de seguridad afrontó ayer con cierto éxito la revuelta popular en las grandes ciudades y, singularmente, en El Cairo. No es imposible que tal situación pueda repetirse y es probable que, como ocurrió en otras latitudes -el Irán de 1979 como gran precedente- cada viernes, día de la reunión en las mezquitas, haya desórdenes. La autoridad tomará cuantas medidas tenga por convenientes y podrá preservar el control, pero la situación solo empeorará porque exige un tratamiento político y constitucional desde un sincero deseo de reencuentro nacional. Lo sucedido ayer, aun sin ser el baño de sangre que podía temerse, es una advertencia clamorosa al régimen de que los egipcios, conocidos por su sobriedad, humor y paciencia, esperan y, sobre todo, merecen algo mejor. El régimen se equivocará de nuevo si cree que puede sobrevivir sin más, como un paradigma de autoridad que no es genuina ni aceptable porque, sencillamente, no es elegida ni democrática.