Sudáfrica teme por la vida de Mandela
El expresidente que protagonizó el fin del 'apartheid', de 92 años, está ingresado atendido por neumólogos
Actualizado: GuardarJacob Zuma, presidente de Sudáfrica, ha salido al paso de los rumores sobre el estado de salud de Nelson Mandela, ingresado desde el miércoles en el centro médico Milpark de Johannesburgo. «Dada su edad, ha sido llevado a un hospital para un chequeo», aseguró ayer desde Suiza, donde participa en el Foro Económico de Davos. «Estoy seguro de que estos controles son más frecuentes que cuando era joven». El exdirigente de la primera potencia africana cuenta 92 años y permanece fuera de la escena pública desde hace seis.
El país se halla pendiente de su salud y numerosos medios de comunicación nacionales y extranjeros se han apostado en los alrededores de la clínica. Las especulaciones sobre su estado son frecuentes en el país y se han acentuado en los últimos días tras unas declaraciones del arzobispo Desmond Tutu, quien ha señalado que lo encontró «frágil» en una visita realizada la pasada semana. La inquietud también se ha acrecentado por la filtración de opiniones de su círculo más cercano, preocupado por el aparente deterioro sufrido por el padre de la patria en los últimos meses y la concurrencia en la institución de Graça Michael, su tercera esposa, y Winnie, la segunda. Evelyn Ntoko Mase, la primera de sus cónyuges, falleció en 2004, aunque su divorcio se remonta a finales de la década de los cincuenta.
Desde el Mundial
Fuentes de la Fundación Mandela han contrarrestado la alarma provocada en todo el mundo con sucintas declaraciones que insisten en que se trata de un control rutinario y que el paciente «no se halla en peligro y está animado». Sin embargo, la prensa local señala que ha sido asistido por neumólogos, lo que lleva a especular con que sufre una pulmonía u otra enfermedad de carácter respiratorio. La última aparición pública del veterano político tuvo lugar en la ceremonia de clausura del Mundial de fútbol, celebrado el pasado verano en Sudáfrica. Abrigado por una manta, recorrió el césped del campo sentado en un carrito de golf. La muerte en accidente de tráfico de Zenani, una de sus nueve biznietas, había impedido su asistencia a los actos de inauguración del campeonato.
El premio Nobel de la Paz es una figura esencial en el devenir del principal Estado del África Subsahariana. Tras veintisiete años de condena en el presidio de Robben Island, su acceso a la presidencia en 1994 permitió una transición pacífica desde el régimen del 'apartheid' a las actuales condiciones democráticas. Esa estatura política también ha sido una referencia indiscutible en el periodo posterior, marcado por la corrupción de la clase dirigente.
Además, Madiba, el nombre de su clan y apelativo por el que le identifica la población nativa, ha constituido un factor esencial de cohesión en un territorio fracturado por la diversidad tribal y las agudas diferencias sociales. Su desaparición podría contribuir a la inestabilidad del país, aquejado por una grave crisis económica. En este marco para el desasosiego, el Congreso Nacional Africano, su partido, ha llamado a la calma con una declaración que, curiosamente, no invita a la tranquilidad. «No presionar los botones del pánico», indicó ayer su portavoz.