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Mohamed el Baradei.
MUNDO

Egipto acoge dividido a El Baradei

Los impulsores de las protestas anuncian para hoy una manifestación con los Hermanos Musulmanes tras la oración del mediodía

PAULA ROSAS
RABAT.Actualizado:

«El cambio es inevitable». Apenas había puesto un pie fuera del avión que ayer le llevó de regreso a El Cairo, Mohamed el Baradei, opositor egipcio de nuevo cuño y exdirector del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), ya estaba calentando motores para la gran manifestación prevista hoy contra el régimen de Mubarak. El premio Nobel de la Paz, que simbolizó hace un año las ansias de reforma y democracia de los opositores egipcios, se ha postulado para liderar la transición en el país, pero su figura divide a los egipcios.

Las protestas antigubernamentales continuaron ayer en El Cairo y en otras urbes del país, especialmente en Suez e Ismailia, donde los manifestantes prendieron fuego a una comisaría de policía. La ciudad que da nombre al famoso canal ha presenciado algunos de los enfrentamientos más violentos que se han registrado por ahora, y el martes tres manifestantes murieron víctimas de impactos de pelotas de goma lanzadas por la policía.

El tercer día de protestas fue sin embargo más tranquilo en El Cairo, donde muchos intentaron reservar ayer sus fuerzas para la gran manifestación organizada para hoy, después de la oración del mediodía. Los Hermanos Musulmanes anunciaron que se unirían a las protestas a pesar de las amenazas de detención que han recibido de las autoridades, dijo en un comunicado su líder, Mohamed Badie. Las expectativas son altas. «El martes y el miércoles hubo manifestaciones. Mañana (por hoy) será la revolución», aseguraban muchos jóvenes egipcios.

Un manual sobre cómo organizarse en la gran protesta de hoy para ser más efectivos contra la policía circulaba ayer entre los activistas. El folleto, al que ha tenido acceso este diario, aconseja incluso cómo vestirse para soportar mejor las cargas de la policía: capucha para ocultarse, zapatillas deportivas para correr, pañuelo para taparse la cara y gafas de bucear para evitar los efectos de los gases lacrimógenos, y una flor para iniciar pacíficamente la manifestación. El documento, completado con mapas de El Cairo y edificios públicos que pueden ser objetivo, es un auténtico manual de guerra.

Pero ayer la gran noticia fue el regreso de Mohamed el Baradei. Antes de partir de Viena, donde pasa largas temporadas, el exdirector de la OIEA aseguró que no pensaba dejar a los manifestantes en la estacada: «Si la gente lo quiere, y sobre todo los jóvenes, puedo dirigir la transición». Éste es un momento clave para Egipto, reconoció El Baradei, que abogó por la protesta pacífica.

El gran ausente

El Nobel de la Paz había sido el gran ausente en las masivas manifestaciones del martes y miércoles, cuando decenas de miles de egipcios salieron a las calles para pedir al presidente Mubarak, que accedió al poder en 1981, que se marche. Su ausencia no ha pasado inadvertida para muchos activistas, que contaban con que su imagen en las calles pidiendo, hombro con hombro, democracia para Egipto sirviera para darle peso a las revueltas.

El regreso de El Baradei al país en febrero de 2010 cayó como agua de mayo para los movimientos pro-democracia del país, que vieron en el exdirector de la OIEA una figura que podía simbolizar a la nueva oposición. Un egipcio carismático, con una reputación intachable, proyección internacional y atractivo para la prensa. Nunca dijo que se presentaría a las elecciones (con la actual ley electoral tampoco puede), pero tampoco negó tener ambiciones políticas. Poco después de su sonado regreso -vive a caballo entre El Cairo y Viena-, El Baradei creó la Asamblea Nacional para el Cambio, organización que agrupa a intelectuales de diferentes afiliaciones políticas que buscan reformas políticas.

Pero su estrella se fue apagando conforme transcurrió el año. Pidió el boicot de las legislativas del pasado noviembre, pero luego no apareció por el país para servir de altavoz a los que denunciaban fraude. «En los momentos importantes siempre ha estado fuera. Nos ha decepcionado y ha desaprovechado todas las grandes oportunidades», relataba un activista desde El Cairo.