El Cairo se muestra impotente para frenar la revolución sin líderes de las redes sociales
Actualizado:«Facebook se utiliza para fijar la fecha, Twitter para compartir la logística, Youtube para mostrar al mundo y todos ellos para conectar a la gente». La frase, que circula estos días en los medios sociales, ha sido pronunciada por algún egipcio, pero refleja bien el espíritu del terremoto que sacude el mundo árabe. En una revolución sin líderes, las redes sociales se han convertido en una poderosa herramienta al alcance de casi cualquiera y en el arma más temida por los regímenes dictatoriales.
Hosni Mubarak no puede decir que las protestas le hayan pillado de sorpresa. El llamamiento se hizo hace más de una semana en Facebook. A los pocos días, más de 90.000 personas se habían apuntado y, aunque es prácticamente imposible saber cuántos salieron finalmente el martes a manifestarse en todo Egipto, no es descabellado cifrar el número en decenas de miles.
Y si los manifestantes eran miles, se puede decir que decenas de ellos -si no cientos-, usaron el pajarito de Twitter para contar en directo y a través de sus móviles cómo se sucedía la protesta, qué calles estaban cortadas por la policía y dónde se reagrupaba los manifestantes dispersados por los antidisturbios. En definitiva, y como sintetizaba perfectamente el egipcio anónimo de la cita: la logística de la manifestación.
Y allá donde no llegan las cámaras de Al-Jasira o de la CNN, ya estaban los móviles. Jóvenes como Tarek Shalaby pudieron mostrar al mundo -y en directo- cómo cargaba la policía en la cairota plaza Tahrir, a través de aplicaciones de retransmisión de vídeo. «Normalmente utilizo Bambuser, pero como estaba bloqueado, abrí una cuenta a todo correr con Qik y me puse a grabar todo lo que veía», explica desde El Cairo el joven diseñador de páginas web.
Seguimiento al minuto
No sólo Bambuser estaba bloqueado. Desde primera hora de la tarde de el martes, la mayor parte de las redes sociales más utilizadas por los egipcios eran inaccesibles desde el país. Los móviles tampoco funcionaban en los alrededores de la plaza Tahrir, y muchos internautas pedían a través de Twitter a residentes en la zona que abrieran sus conexiones wifi para que los manifestantes pudieran relatar, minuto a minuto, lo que sucedía en la plaza.
El régimen de Mubarak no sólo ha intentado frenar las protestas -que hoy suman su cuarto día consecutivo-, con cañones de agua, pelotas de goma y gases lacrimógenos. Consciente de que Internet es el altavoz de los manifestantes ha intentado bloquear a toda costa las webs más populares y servicios de mensajería instantánea como el de Blackberry. Sin éxito. Los internautas han conseguido, a través de servidores proxy y otros vericuetos de la red, seguir comunicándose, como asegura un usuario, 'Kaiirahman', en Twitter: «Esto no nos parará. ¡Por el cambio! ¡Por la libertad!».