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Economia

SEGUNDA FASE

IGNACIO MARCO-GARDOQUI
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Se acabó la fiesta. El Gobierno ha decidido que, en adelante, las cajas deberán cumplir unos exigentes requisitos de capital o, si no los consiguen para otoño, desaparecer. Dadas las circunstancias en las que se mueve el sector, la idea parece lógica. Lo malo es que, como todavía no se ha vencido el temor reverencial a encarar la verdad de frente, las fórmulas elegidas para solucionar el problema son excesivamente complejas y enturbian la visión de futuro. La verdad es que el modelo actual, y no solo algunas entidades concretas, está en quiebra. Desde hace ya muchos años, las cajas venden los mismos productos que la banca, utilizan los mismos criterios operativos y aplican precios similares a sus clientes. ¿Entonces, cuál es el 'hecho diferencial'? Pues oficialmente, la obra social; y extraoficialmente, el disfrute, por parte de los poderes políticos que lascontrolan, del enorme poder que atesoran.

La obra social es una buena coartada, aunque también se podría intentar hacerla a través de las distintas esferas del Estado, nutridas con los impuestos generados por su actividad. Eliminar lo otro, el control político, genera tales resistencias que no hay fuerza capaz de vencerlas. y quizás tampoco interés en hacerlo. Pero, ahora, tendrán que elegir entre conseguir capital para ser solventes o recostarse en el regazo público y entregar el alma al FROB, el fondo de reestructuración habilitado al efecto. Se contemplan fórmulas variadas y eso complica la solución, pues la formulación del capital, es decir de la propiedad, sigue siendo un galimatías difícil de explicar e imposible de entender. Pero, de todas formas, esta segunda fase tampoco es la definitiva. Así que vamos a observar cómo se desarrollan los acontecimientos y verán cómo, al final, solo quedan nuevos bancos, en cuyo capital estarán las instituciones públicas que harán su obra social con los dividendos que, esperemos, lleguen a cobrar.