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Editorial

Dificil remontada

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El vicepresidente Rubalcaba animó ayer a las bases socialistas a que no se «arruguen» frente al PP, indicando a su partido que solo el retraimiento del PSOE puede dar la victoria a Mariano Rajoy. La oposición puede ganar elecciones únicamente en la medida en que el partido en el gobierno hace méritos para perderlas. Es un axioma de la política española que ya constituye una simple obviedad. Lo que no queda tan claro es que los socialistas tengan posibilidades de enmendar su paulatino declive con una actuación enérgica que active el ánimo de su electorado más fiel y recupere ese voto escéptico que antes y después de las primeras medidas de ajuste se ha ido desengañando respecto a la ejecutoria de Zapatero. La intervención de Rubalcaba en Guadalajara revela que la estrategia socialista trata de combinar una política responsable, en tanto que obligada a impulsar reformas de calado, con el mensaje de que a partir de estas solo el PSOE garantiza el mantenimiento de un Estado del Bienestar, que peligraría seriamente con la llegada de Rajoy a la Moncloa. Es posible que ese discurso permita al Gobierno socialista hacerse comprender entre su militancia e incluso atenuar buena parte de las incomodidades internas ante un doble proceso electoral que se presenta tan cuesta arriba. Pero más difícil le resultará entusiasmar a los afiliados del PSOE y activar la reacción de sus seguidores hasta remontar posiciones de cara a los comicios locales y autonómicos primero y a las generales después. La reunión que Zapatero mantuvo el pasado sábado con los líderes regionales de su partido permitió demostrar que estos no están en condiciones de dirigir reproches al presidente del Gobierno. La dirección socialista ha logrado contener la inquietud interna, protagonizada especialmente por quienes dentro de cuatro meses se verán sometidos al escrutinio de las urnas, incluso ante las dudas que suscita que Zapatero posponga su decisión sobre si se postula o no como candidato a la reelección. Pero tal contención responde probablemente más a la impotencia que a la convicción en cuanto a las perspectivas que pudiera albergar el socialismo para procurar la continuidad del ciclo iniciado el 14 de marzo de 2004