La crisis elige presidente en Portugal
Cavaco Silva y Manuel Alegre vuelven a disputarse la jefatura del Estado El líder conservador se perfila como vencedor de unos comicios en los que el electorado está más preocupado por la economía que por el devenir político
Actualizado:Los portugueses están llamados hoy a las urnas para elegir nuevo presidente. Y lo harán en unas elecciones marcadas por la peor crisis económica que recuerda el país vecino, situado bajo la intensa presión de los mercados desde principios de año. La campaña ha sido un fiel reflejo de la situación que vive gran parte del electorado, más preocupada por llegar a fin de mes que por elegir al inquilino del palacio de Belem. Ante este descorazonador panorama, dos veteranos de la política lusa, el conservador y actual jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, y el socialista Manuel Alegre, vuelven a disputarse la presidencia de Portugal.
Salvo sorpresa mayúscula y tras cinco años de cohabitación con el primer ministro socialista José Sócrates, Cavaco Silva se perfila como vencedor en todas las encuestas. A diferencia de lo que ocurrió en los anteriores comicios, Alegre no concurre esta vez como candidato independiente sino que cuenta con el apoyo del partido de Gobierno y del marxista Bloque de Izquierda -cuarta fuerza del Parlamento-, lo que en teoría le permitiría recortar ventaja al actual jefe del Estado.
La esperanza de los socialistas reside precisamente en que Cavaco Silva no gane la primera vuelta y se enfrente a su candidato en una segunda sin la distracción de los otros cuatro aspirantes -entre ellos un comunista y otro socialista- y con una izquierda unida en torno a Manuel Alegre, un reconocido y combativo poeta de 74 años. Un episodio parecido ya dio la victoria a Mario Soares (Partido Socialista), que tras quedar segundo ante Diogo Freitas do Amaral acabó ganando en la segunda vuelta.
Para evitar que la historia se repita y consciente del apoyo que puede arañar el candidato presidencial en los sectores más progresistas, Cavaco Silva ha pedido en los mítines una victoria clara que permita cerrar el proceso electoral en primera vuelta si suma más de la mitad de los votos.
Peor que en la dictadura
Pero la crisis, el desgaste de Sócrates por sus drásticas medidas de ajuste para tratar de sobreponerse al revés financiero que atraviesa el país y la posibilidad de unas elecciones generales anticipadas han descafeinado una campaña electoral eclipsada por la endeble situación económica. Un dato llamativo: casi la mitad de los portugueses (46%) considera que viven ahora peor o mucho peor que en plena dictadura salazarista. Encuestas al margen, ninguno de los dos principales aspirantes ha conseguido atraer la atención de un electorado con la mirada puesta en un hipotético rescate financiero después de que Portugal haya tenido que pagar este mes más de un 7% de interés por su deuda a diez años, tal y como ya hiciera en noviembre.
Favorecido por la coyuntura política, Cavaco Silva reprocha al Gobierno socialista no haber hecho caso de sus peticiones de un cambio de rumbo para superar la crisis de la deuda, uno de los argumentos centrales de su campaña para retomar el poder por otros cinco años, mientras que Alegre le acusa de todo lo contrario. El candidato socialista, que ha volcado sus esfuerzos en dinamitar la imagen del actual jefe del Estado, culpa al veterano economista de 71 años de no haber hecho nada por el país durante su gestión, además de interferir en la acción de Gobierno para favorecer a su propio partido.
El poeta Manuel Alegre ha logrado centrar la atención de su campaña en la persona de Cavaco Silva sin lanzar una sola crítica contra el Ejecutivo socialista, con el que el propio candidato presidencial tuvo en su día enconados y sonoros enfrentamientos por sus drásticas medidas anticrisis. El actual presidente, formado en Reino Unido, descalifica a Alegre por extremista -conoció las cárceles de la dictadura de Oliveira Salazar- y se presenta como el experimentado gobernante -fue primer ministro entre 1985 y 1995- capaz de sacar al país de la complicada situación en que se encuentra.
El histórico dirigente socialdemócrata, al que también apoyan los democristianos, ganó los comicios de 2006 con el porcentaje más ajustado de la democracia al sumar el 50,5% de los votos, seguido de Alegre (20,7%) y el candidato oficial socialista, Mario Soares (14,3%). En esta ocasión, las encuestas otorgan al actual jefe del Estado un 60% de los apoyos, prácticamente el doble que a su más directo rival.