Dopaje
¿Se imaginan qué pasaría si se sometiera a controles antidoping a los artistas, cineastas y escritores que ganan premios?
Actualizado: GuardarRecuerdo muy bien la final de los 100 metros en las olimpiadas de Seúl, en el 88. Ganó Ben Johnson, alzando el índice. Carl Lewis, el hijo del viento, quedó segundo. Luego, como saben, descalificaron y sancionaron duramente a Johnson por dopaje. Lewis se indignó muchísimo, le acusó y le llamó de todo. A él también pudieron descalificarle porque también iba dopado, pero no lo hicieron. En 2003 se supo que el Comité Olímpico de los EE UU encubrió entre 1988 y 2000 más de 100 casos de dopaje. Carl Lewis, que siempre clamó contra el dopaje, estaba entre ellos. Nunca fue sancionado. Ahora, a la sombra de la triste 'Operación Galgo' y a la espera de la sentencia del 'Caso Contador', parece que Lance Armstrong, siete veces ganador del Tour, puede reproducir la misma historia. En el Tour de 2009 tanto él como Lemond acusaron de dopaje a Contador alegando que era imposible subir como él lo hacía. Pero resulta que las pruebas y testimonios que aporta ahora 'Sport Illustrated', la prestigiosa revista que le ensalzó, sugieren que Armstrong se ha dopado siempre. Y encima, con la connivencia de las autoridades norteamericanas en la materia. Esto es lo que más me fastidia del vidrioso asunto del dopaje. El agravio comparativo: el hecho de que unos paguen y otros no. Porque ahí subyace la sospecha (enorme, por cierto), de una arbitrariedad tan deplorable como fácil de soslayar.
Y luego, además, está el asunto de la hipocresía social. Ya saben, la vieja y entrañable doble moral de toda la vida. Siento decirlo (en realidad, no lo siento tanto), pero la nuestra es una sociedad anegada en sustancias dopantes. En sentido estricto, aquí nos dopamos todos. Hasta los niños. Por no hablar de los abuelos. ¿Se imaginan qué pasaría si se sometiera a controles antidoping a los artistas, cineastas y escritores que ganan premios? Al fin y al cabo también se trata de competir. Y siguiendo por ahí, ¿se imaginan que se controlara a los políticos elegidos por el pueblo? ¿Y a los 'brokers' que manipulan los mercados? ¿Y a los estudiantes que se presentan a un examen? ¿Y a los que se presentan a las oposiciones para jueces y fiscales del Estado (o a cualquier otro tipo de oposiciones)? ¿Y luego qué? ¿Les exigimos que devuelvan su escaño? ¿O su título de licenciado? ¿O su plaza de funcionario? Porque, además, ¿Qué es doping? ¿La codeína da positivo? ¿El valium y todo eso, son drogas? ¿Y el café? Quizá, como siempre, todo sea una cuestión de límites, pero ¿en base a que criterios se establecen los límites? ¿Solo en deportes? ¿Y en qué deportes? No lo tengo nada claro, ya digo. Pero es perverso ir de ingenuo, eso es lo que creo. Lo decía Landis el pasado martes: «El dopaje no va a desaparecer. Así que lo mejor sería legalizarlo de un modo razonable». ¿No sería, en efecto, lo más justo?