El círculo perfectoXxsxsxsxlllsxsxsxsx xsxsxsxsxsxsxsx
ESCRITOR Actualizado: GuardarÉste y el próximo son para Cádiz dos años de ambiciones y también de incógnitas. Pocos acontecimientos pesan sobre nuestra ciudad tanto como el Bicentenario de la Carta Magna de 1812, preámbulo de la democracia moderna y referente de otras muchas constituciones. Y los gaditanos ya sentimos el inevitable vértigo por el ruido de los eventos que se avecinan.
No obstante, un raudal de polémicas circula por los mentideros y se suscitan recelos ante la inminente conmemoración. Se extiende un resquemor que crece conforme se acerca el año emblemático, con la sensación de tener la casa desordenada. En estos momentos lo que suena es la corneta del cierre de filas ante los retos pendientes y la pregunta ineludible: ¿llegarán a tiempo las actividades y proyectos comprometidos? ¿Se convertirán en perpetuos e irrealizables? A los servidores públicos les toca transmitir esa certidumbre y aunar esfuerzos.
La evocación de La Pepa es nuestro gran reto para mostrarnos al mundo en traje de gala. Se cumplen 200 años de un hecho que marcó un nuevo rumbo en la historia de España, concepto político que nació precisamente en el Oratorio de San Felipe Neri. El entonces pueblo gaditano, escaso de miras y de formación, no comprendió la trascendencia del evento. Tan solo anhelaba el fin de la guerra y la vuelta de Fernando VII, que pasó de ser el Deseado al más indeseable de los monarcas.
Pero hoy, el tejido social gaditano es otro, y esta fecha mítica provoca actitudes diferentes. Está anhelando que las obras, exposiciones y acontecimientos programados se concreten, tengan su eco en el exterior y no resulten triviales ni dirigidos sólo a la élite. Quizás no haya existido la suficiente reflexión intelectual sobre el significado de la Constitución de 1812, pero los gaditanos poseen el sentido del 'anfitrión' y saben cuándo los ojos del país están puestos en ella. Cádiz desea un momento fugaz de protagonismo, pero que éste sea recordado en el futuro por su esplendidez. Lo ideal sería que aprovechara el tirón de la efeméride y despertara, como lo hizo Sevilla con la Expo, a una balsámica explosión económica. Pero no están los tiempos para milagros. Sin embargo nada impide que este providencial marco cada quién aplique sus esfuerzos, en los que caben todas las particularidades.
Y para que nuestros sueños se cumplan, la ciudad precisa urgentemente de un reflejo de pasión por el Bicentenario y de una reacción en cadena de ambición y de ilusión colectiva, una navegación por los mares de las ideas democráticas, una singladura en busca de una nueva manera de entender el sentido de la Constitución de 1812, que abra el camino que hemos de emprender hacia el futuro. Todo eso está aquí, como también la convicción no necesariamente explícita, de que el presente es una acumulación de pasados imperfectos.
No erremos otra vez. Comencemos por reconocer la obra y la figura de los diputados doceañistas de las dos orillas del Atlántico, que se reunieron dentro de sus murallas desafiando el asedio de las tropas francesas, y nuestra indudable vocación hispanoamericana, y entonces la fiesta del 2012 podría convertirse en la muestra más emblemática de nuestros esfuerzos y sueños colectivos.
Pero la ciudadanía tiene la impresión de que todo depende de un triángulo con tres vértices que a veces no se encuentran: el Consorcio, El Consistorio y la Diputación. ¿No podían transformarse en un 'círculo perfecto', sin discrepancias, sin aristas y sin protagonismos, donde todos fueran a una? El éxito debemos fraguarlo entre todos, los gobernantes, la ciudadanía, la prensa y la empresa pública y privada. Gobierno central, autonómico y Ayuntamiento están llamados a entenderse y no entrar en el escenario de la desavenencia y la improvisación, con un plan global de intervención que cumpla los recelosos sueños de los gaditanos.
Un ejemplo luminoso lo representa la recién modela Cárcel Real, primer eslabón de una cadena de esperanzadoras realidades. Cádiz está inventada desde hace tres mil años y está muy por encima de la aristocracia dirigente. Y además se halla dispuesta a realizar cualquier tipo de empresa por muy compleja que ésta sea, pues carga el presente con un pasado abrumador y brillante; y si Gadir, el emporio de los fenicios venidos de Tiro no existiera, deberíamos inventarlo de nuevo.
Sostenía Renan que las ciudades de Occidente son el fruto del acuerdo, la tolerancia, el civismo, la unión, la solidaridad y el afán colectivo. Por eso estoy firmemente persuadido de que del aniversario de 2012 podrá surgir 'la otra ciudad posible', si es que conseguimos cerrar el círculo de la armonía entre la clase política y los ciudadanos.