El ahorro del miedo
PROFESOR TITULAR DE EU DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Actualizado: GuardarTradicionalmente, el ahorro viene expresado por la diferencia entre el ingreso disponible y el consumo efectuado por una persona, empresa o administración pública. También se dice que es aquella parte de la renta que no se destina al consumo o al gasto. Pues bien, el ahorro de las familias españolas ha aumentado en plena crisis hasta situarse en porcentajes por encima del 14% de la renta disponible, y hay que preguntarse ¿es el ahorro actual fruto de la renta disponible o consecuencia del miedo a esa crisis?
Y es que el miedo ante la actual crisis y la incertidumbre ante la situación económica ha dado lugar a una falta de confianza de los consumidores que ha propiciado el crecimiento del ahorro en detrimento del consumo. El repunte del ahorro de las economías domésticas denota el escaso efecto que han tenido los esfuerzos de animar el consumo para «salir de la crisis». Y es que el ciudadano tiene miedo ante el futuro y el gobierno y las instituciones públicas no logran trasmitir la necesaria confianza en un futuro esperanzador que de tranquilidad y anime a una mayor fluidez de la economía, tan necesaria para el repunte del consumo.
En efecto, la primera consecuencia de ese aumento del ahorro es la drástica y preocupante caída del consumo, que se traduce en una menor demanda interna y como consecuencia una menor actividad del sector productivo lo que conduce inexorablemente a dificultades en el tejido empresarial que fuerza más paro y cierre de empresas. Y así, mientras las familias ahorran, las administraciones públicas gastan sin concienciarse de la necesidad de recortes que ajusten ingresos y gastos.
Y es que los españoles hemos cambiado nuestros patrones del gasto. Mientras que en la década pasada vivimos un empacho de consumo y crédito desmesurado, en los momentos actuales estamos anclados en una incertidumbre sobre el futuro de la economía, que unido a la tasa de paro, sólo invita al ahorro, a base de grandes sacrificios, como medida de seguridad del futuro inmediato, lo que deja el horizonte con más sombras que luces pues con ello no se ayuda al funcionamiento del entramado empresarial que es, al fin y al cabo, el que tiene que marcar el escenario del remonte y la esperanza de recuperación de nuestra economía.
El ahorro también ha contribuido a un desendeudamiento de los hogares españoles, lo que se califica como un signo positivo en el camino de la recuperación, pues ayudará a afrontar los años difíciles que quedan para la total reorientación de la economía española, después de los excesos cometidos en los años del "boom" económico. Es absolutamente necesario que desde las instancias públicas se conciencien que hay que seguir el ejemplo de los ciudadanos y poner coto al gasto para así poder ajustar los recursos a una política austera en la aplicación de los mismos, lo que demanda una conciencia de ahorro, también, desde el sector público.
A pesar de esas buenas noticias sobre al ahorro de las familias, que ayudarán a darles confianza ante el incierto futuro de nuestra economía, hay que preguntarse qué hace el ejecutivo y cuál es el entorno en que nos movemos. El paro y la subida de impuestos drenan esa capacidad de ahorro y puede que su esfuerzo termine en la utilización de ese ahorro para gasto corriente, lo que se traducirá en una falsa recuperación de esas economías domésticas.
Y es que la subida de precios, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ha alcanzado un 2,9% al cierre del año 2010, lo que hará que el Indice de Precios al Consumo (IPC) alcance a final de ese año 2010 una cifra muy cercana al 3%. En efecto, las subidas de todos los productos energéticos, la subida del Impuesto sobre el tabaco (7,3%) y la subida de las materias primas en general supondrá un duro golpe para las economías domésticas a lo largo de 2011.
La recomendación de todos los servicios privados y los organismos internacionales de un ajuste ambicioso de los gastos públicos, como medida para iniciar la recuperación económica, ha sido ignorada por el gobierno español, que ha seguido la vía contraria; es decir, la de la subida de impuestos. Subida del IVA en julio 2010 (de 16 al 18%), eliminación de los 400 euros en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, elevación de la tributación de las rentas del ahorro, subida del Impuesto sobre el tabaco, etc. Todo ello reducirá aún más la capacidad de ahorro de las familias.
Como conclusión, podemos aventurar que ese ahorro del «miedo»se disipará en los próximos meses como consecuencia de la subida de precios que estamos experimentando en los últimos meses y ello originará mayor desplome del consumo, lo que se traducirá en mayores dificultades del sector productivo, lo que no ayudará en absoluto a la recuperación. Por tanto, el año 2011 se vuelve a plantear sombrío y con más dudas que el 2010. ¿Hasta cuando tenemos que esperar para que adopten las medidas congruentes que inicien un cambio de tendencia de nuestra economía?