Brindis entre Obama y Hu. Debajo, con Barbra Streisand y Kissinger. Michelle Obama de rojo y, a la derecha, Jackie Chan. :: EFE / AP
MUNDO

Noche de gala por el camarada Hu Jintao

Celebridades de todos los ámbitos asisten a una cena para arropar a Obama como anfitrión del líder chino

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Hu Jintao puede haber tenido sus más y sus menos con la prensa libre en la Casa Blanca, pero no puede quejarse del glamour. Decían ayer los cronistas que desde los tiempos de Reagan y sus ecos de Hollywood no se veían tantas estrellas en la mansión presidencial.

Para la ocasión Michelle Obama recuperó el rojo fuego que hizo historia en Chicago la noche en que su marido ganó las elecciones, pero esta vez el exuberante vestido de gala de la británica Sarah Burton la convertía en una apoteósica Sissi Emperatriz. La pasión de su traje de seda con destellos negros no era un desafío de poderío sino un guiño amistoso al imperio mandarín, que ha desplazado al del sol naciente como la segunda economía mundial. Por tercera vez desde que reinan en la Casa Blanca los Obama salieron a la escalinata a recibir a un mandatario, mientras que sus invitados posaban al entrar como si fuera la alfombra roja de los Oscar. No ocurre todos los días que en esos salones de rancia política la pregunta más común es '¿De quién es tu vestido?'.

«Mío», atajó con su rebeldía habitual Barbra Streisand, del brazo de James Brolin. Y cuando se le preguntó por qué pensaba que la habían invitado, resultó aún más desafiante. «Porque trabajé en un restaurante chino». Otros lo tenían más claro. Impecable, vestida de Chanel, la editora de Vogue, Anna Wintour, aprovechó la primera oportunidad para pedirle a Hu que invierta en moda, un sector que ha quedado fuera de los 45.000 millones en contratos firmados durante la visita. Actores como Jackie Chan o B. D. Wong no tuvieron nada que explicar, los Obama parecían ansiosos por demostrar a Hu que sus compatriotas triunfan en América.

Como la patinadora Michelle Kwan o el chelista Yo Yo Ma, que a diferencia de otros empresarios no tuvieron que regatear la invitación. «No se puede competir con los presidentes Carter y Clinton», se consolo ante el 'New York Times' Daphne Kwok, a quien Obama nombrase presidenta de la Comisión Asia Americana, pero no incluyó entre los 225 invitados. Según las fuentes del rotativo las invitaciones desataron la más brutal competencia de los tiempos recientes.

«Gobierno de nazis»

Algunos, sin embargo, se permitieron el lujo de hacer un desplante. Como los líderes del Congreso, tanto del lado republicano como del demócrata, por no ser menos. El portavoz de la Cámara Baja, John Boehner, alegó que las fiestas no son lo suyo y el líder del Senado, Harry Reid, se escapó a Nevada para tener una excusa, alegando que no había estado en una de esas recepciones desde que la Reina Isabel de Inglaterra visitó EE UU.

Los dos tuvieron ayer oportunidad de expresarle al líder chino su frialdad en persona durante su visita al Capitolio. No se sabe qué le dijeron en privado, pero en las entrevistas previas Reid se refirió a él como «dictador», mientras que la congresista republicana Dana Rohrabachner le llamó «Gobierno de nazis» y «régimen de gánster que asesina a su propia gente». Más de 30 legisladores firmaron una carta advirtiendo que se les está agotando la paciencia por la manipulación monetaria que perjudica las exportaciones americanas, mientras que 30 lo hicieron pidiendo la liberación del Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo.