El Fantasma, al rescate
Actualizado:Imagino que la mayoría de ustedes no le echará ni cuenta, pero en las últimas páginas de este periódico, donde los sudokus y el autodefinido y los siete errores, hay una tira de tebeo: El Fantasma. O sea, El Hombre Enmascarado de toda la vida, un clásico del cómic que lleva deshaciendo entuertos desde el año 36 y es considerado el precursor de todos los superhéroes que vinieron luego. Los periódicos norteamericanos publican cada día un puñado de tiras de cómic, pero aquí nosotros tenemos al pobre Fantasma solito. Cosa que me extraña, claro, porque son aventuras de 'continuará' y lo más lógico sería una tira humorística de chiste de empieza y termina, pero bueno, lo mismo da. Lo curioso de todo este caso es que El Fantasma, casado desde hace cuarenta años con su novia eterna, Diana Palmer, que fue siempre una mujer liberada para los cánones de esto de los mass media, lleva desde hace año y medio perdido en la inopia: cree que su esposa ha muerto, y anda el pobre hombre que no levanta cabeza y sufriendo el acoso de una mujer pirata. Pero Diana, claro, no está muerta, sino en prisión, bajo una identidad falsa, esperando día sí y día también que su marido venga al rescate.
Año y medio llevan así, oigan. Y esta semana, precisamente esta semana, albricias, maravilla de maravillas, por fin El Fantasma la ha liberado y ayer mismo cabalgaban los dos en busca de pastos más felices: una nueva luna de miel y, luego, sin duda, el castigo a los malvados. La venganza del Fantasma.
No se estará dando cuenta nadie, me temo, porque solas las tiras son difíciles de entender y la traducción da algo de grima, pero esto es épica en estado más o menos puro, lo más sencillo del mundo: un héroe enamorado que rescata a su amada a lomos de un caballo blanco. Eso que funciona siempre y que nos entusiasma, y que por desgracia pocas veces se da en el mundo real, donde mandan los malos desde hace tanto tiempo que ni los buenos se atreven a decir esta boca es mía, y donde como siempre pagan el pato los de toda la vida.
A la edad que uno va teniendo ya sabe que los héroes se quedan en el papel, que lo sueños ya no sirven para evadirnos, y que no vendrá ningún Fantasma a caballo para castigar a los malos y encauzar el rumbo de todo lo que llevamos perdiendo desde que empezó este siglo aterrador. Pero sería bonito que por una vez ganaran los buenos y al final nuestras preocupaciones se acabaran con un beso y una sonrisa y un ratito de solaz en una cabaña perdida en una playa de arenas de oro.