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Cada donación sirve para que cinco generaciones de estudiantes se formen en Anatomía. :: LA VOZ
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Para ahorrar, done su cuerpo

Por primera vez, la Facultad de Medicina dispone de cadáveres suficientes para que sus alumnos puedan hacer prácticas

E. MARTOS
CÁDIZ.Actualizado:

Contaba el profesor Juan Antonio Copano que para conseguir cadáveres había que ponerle mucha imaginación y moverse. Él solía dejarse caer por el psiquiátrico El Madrugador preguntando por aquellos pacientes que morían y nadie los reclamaba. «A veces nos tocó devolver a alguno», confesaba durante una entrevista hace poco más de un año por su jubilación. Copano estuvo al frente del departamento de Anatomía durante treinta años y siempre ha conocido esa carencia de cuerpos para las prácticas de los alumnos. Ahora eso ya no es un problema.

Desde hace pocos años han aumentado las solicitudes para donar los restos mortales a la ciencia. Es una manera de sentirse útil después de la muerte y, sobre todo, de ahorrarse el entierro. La Facultad de Medicina de Cádiz cuenta ya con tres cuerpos en uso y otros tres que están en la reserva, tratados para cuando los actuales empiecen a deteriorarse. Y ya cuenta con varias autorizaciones en las que entre cinco o seis personas más se comprometen a dejar su cadáver tras fallecer, según explica la decana, Felicidad Rodríguez.

«Nunca habíamos tenido esa facilidad, parece que están cambiando las conciencias», recalca. Ese aumento ha crecido coincidiendo con la crisis, pero la responsable universitaria no cree que sea del todo atribuible. «Es cierto que nosotros corremos con los gastos del entierro cuando el cuerpo deja de ser útil, pero ése no es el único motivo», insiste la decana. También alude a un posible cambio de mentalidad. En la provincia se han mantenido las tradiciones, muchos tienen un seguro contratado casi desde que nacen y no necesitan un gran desembolso para pagar los gastos del funeral cuando llega el momento. Los primeros en lanzarse a la donación son los extranjeros. Así ha ocurrido de manera tradicional, pero ahora hay cada vez más cadáveres nacionales en las facultades.

Felicidad Rodríguez reconoce que en la provincia no hay una gran población de fuera y por eso mismo resulta más complicado encontrar voluntarios. «Algunas generaciones de alumnos tuvieron que hacer sus prácticas sin cuerpos porque nos resultaba imposible conseguirlos, pero hace bastante tiempo que eso ya no ocurre».

El volumen no es comparable al de otros centros como Málaga, que cuenta con 121 solicitudes sólo durante el año pasado, o Barcelona, que ha tramitado 400. La decana admite que en el caso de Cádiz eso es más que improbable. «Son zonas con una población extranjera muy importante y en otras sociedades, donar el cuerpo está mejor aceptado».

Si se decide dar el paso, las universidades asumen todos los costes. Se encargan de transportar y preparar los cuerpos con una serie de productos para evitar su descomposición. En otras ocasiones se congelan para mantenerlos en la reserva. Por lo general, un cadáver dura entre tres y cinco años; pasado ese tiempo se deteriora en exceso y ya no es útil en las prácticas. Lo que queda después es la incineración de los restos.