Imagen de los tres etarras que leyeron el comunicado de ETA. :: AFP
ESPAÑA

Tregua «general y verificable» pero insuficiente

ETA se enroca en sus exigencias habituales y reclama tutelar un eventual proceso de paz EL COMUNICADO La organización terrorista se niega a declarar el final de la violencia y tampoco anuncia su disolución

MADRID. Actualizado: Guardar
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ETA declaró un alto el fuego «permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacional» que no contentó a nadie; ni al Gobierno, que consideró el paso insuficiente, ni a la izquierda 'abertzale' que, pese a las declaraciones públicas, no vio colmadas sus expectativas. El comunicado de la organización terrorista más parece un documento para calmar las demandas de sus satélites políticos que una declaración encaminada a poner el reclamado punto final a cuatro décadas de violencia. Con alguna novedad semántica, que habrá que comprobar si se traduce en hechos, ETA se limitó a decir, como ya decía en 2006, que nada ha cambiado y que el derecho de autodeterminación y la territorialidad son objetivos irrenunciables que se deben conseguir mediante el diálogo y la negociación entre los «agentes políticos y sociales vascos».

Apenas 48 horas después de la multitudinaria manifestación en Bilbao para reclamar el acercamiento a Euskadi de los presos de ETA, la organización terrorista recurrió al diario 'Gara' para difundir con fecha 8 de enero, el día de la marcha, el comunicado que se aguardaba desde mediados de diciembre. Lo hizo en castellano, euskera e inglés, y el vídeo que lo acompañaba en los dos primeros idiomas. Anunció la tregua esperada por todos aunque no en los términos esperados. Defraudó. No anunció la renuncia definitiva a la violencia, tampoco dijo que la tregua es definitiva ni mucho menos informó de su disolución, que son los únicos mensajes que están dispuestas a escuchar todas las formaciones democráticas.

Por no colmar, no colmó siquiera las pretensiones de la izquierda 'abertzale', aunque el discurso público de esta y de los mediadores internacionales, encabezados por el abogado sudafricano Brian Currin, fueran de satisfacción y de petición al Gobierno de que no eche en saco roto el paso dado. Sus portavoces hablaron de gesto «valiente y de alcance histórico» y que responde «satisfactoriamente» a sus peticiones.

Bruselas y Gernika

ETA dice en su comunicado compartir las declaraciones de Bruselas, de marzo pasado, y de Gernika, de septiembre, suscritas por los intermediarios y el polo soberanista de la ilegalizada Batasuna y de formaciones legales como Eusko Alkartasuna y Aralar, en las que se exigía un alto el fuego permanente, verificable y unilateral. La organización terrorista cumplió con los dos primeros requisitos, pero olvidó la unilateralidad recogida en el documento de la capital belga pues plantea una serie de condicionantes a «las autoridades de España y Francia», entre ellas que cese la represión.

En definitiva, como hizo en 2006, y antes en 1998 y 1989, sitúa la pelota en el tejado del Gobierno, y si este se aviene a asumir sus condiciones, que son las de siempre, se podría hablar. Es un comunicado que obvia todo lo que ha ocurrido desde la ruptura de la última tregua en junio de 2007, no alude a la evolución política de la izquierda 'abertzale' y sus proclamadas apuestas por las vías democráticas y el rechazo a la violencia. ETA, en definitiva, hace suyo el comentario del agustino del siglo XVI fray Luis de León: «como decíamos ayer».

Con todo hay dos aspectos novedosos. Por un lado, declara un alto el fuego general, lo que se puede traducir en que ETA renuncia a las campañas de extorsión del impuesto revolucionario a empresarios vascos y navarros, así como a sus tareas de aprovisionamiento logístico en Francia y a las campañas de 'kale borroka'. Una salvedad que no figura en ninguno de sus anteriores comunicados. Por otro lado, sostiene que su compromiso con el proceso que se pueda abrir a partir de ahora para alcanzar «el final de la confrontación armada» es «firme», una convicción que se puede traducir en que su decisión no estará al albur de los vaivenes de unas negociaciones si es que algún día se abren.

Pero a pesar de esas aparentes concesiones, queda la sensación de que es un texto escrito con el brazo encogido, forzado por las presiones de la izquierda 'abertzale' y los mediadores, y con una sinceridad más que dudosa. Es su aportación al guión de los restos de Batasuna, a la que no menciona ni tampoco a la izquierda 'abertzale', para retornar a la legalidad, pero sin abandonar su pretensión de ser el garante de todos los movimientos y eventuales avances. Para dar más visos de solemnidad a su declaración, ETA juega con los calificativos, si en 1998 habló de alto el fuego indefinido, que no definitivo, y en 2006 introdujo el matiz de permanente, esta vez ha buceado en el diccionario para decir que es general además de verificable.

Escepticismo

La declaración, sin embargo, no conmovió en la Moncloa y el escepticismo con todo lo que rodea a la organización terrorista y su voluntad de poner punto final a su trayectoria se puso una vez más de manifiesto en la respuesta gubernamental. El vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no esperaba sorpresas y no las tuvo. La declaración, dijo, incluye «las mismas pretensiones de siempre» y fija, encima, «un precio político» al final de la violencia. Concedió que la declaración «no es una mala noticia», pero «no es la noticia» que esperan los demócratas. Por tanto, vino a decir, nada nuevo bajo el sol.

Aunque el texto no alude a la izquierda 'abertzale', Rubalcaba la hizo responsable última del mensaje y recordó una vez más que tiene dos opciones: o ETA deja la violencia de forma irreversible a o Batasuna rompe con ETA. Nada de eso se ha producido, resumió el número dos del Ejecutivo. El Gobierno trasladó así la pelota que la organización terrorista intentó colocar en su tejado al de la izquierda 'abertzale', que si quiere que algo cambie en su situación legal tendrá que presionar a ETA para que eche la persiana, o consumar un divorcio al que siempre se ha resistido.

Los terroristas con este movimiento han conseguido una baza para recuperar la 'patria potestad' sobre la izquierda 'abertzale'. Si Batasuna presenta los estatutos de un nuevo partido que cumpla con todos los requisitos legales y es rechazado -como es más que probable-, ETA siempre podrá decir que ella cumplió su parte y que en realidad la vía de la legalidad está cegada para la izquierda 'abertzale' haga lo que haga.