El Elcano ya enseña a nuevos discípulos
Las escenas de lágrimas y los pañuelos blancos volvieron a decir adiós al legendario crucero de instrucción que, esta vez, durará cuatro meses Más de mil personas se acercaron ayer hasta el muelle gaditano para despedir a los tripulantes
CÁDIZ.Actualizado:María tiene cuatro meses. Ajena a todo lo que pasa a su alrededor duerme plácidamente sobre los brazos de su padre. No escucha los palabras de despedida de mamá, tampoco ve los ojos llorosos de su progenitor, Javier Casablanca. Solo duerme. No sabe que pasarán cuatro meses hasta que, de nuevo, descanse sobre esos brazos que ahora la sostienen. Durante este tiempo, su padre y 51 compañeros más viajarán a bordo del Buque Escuela Juan Sebastián Elcano para formarse en diversas materias relacionadas con la Armada: Astronomía, Estrategia, Matemáticas. y sobre todo la más difícil, la vida en alta mar. Para Javier es la primera vez que deja a María tanto tiempo sola, aunque sabe que se portará bien durante su ausencia. «Al menos hemos podido pasar todas las fiestas juntos, desde Navidad hasta Reyes, algo que no siempre se puede hacer. Ha sido favor muy grande, sobre todo porque eran sus primeros Reyes». Su mujer, María Ángeles López, lo lleva lo mejor que puede: «Son cuatro meses y la niña es muy chica todavía. Lo vamos a echar mucho de menos».
Un «gran orgullo»
A pesar de las lágrimas en la mirada de ambos se asoma el orgullo de quien se va a bordo de El Elcano. Javier se embarca porque «siempre» le ha gustado «esto» y siente que no puede dejar pasar la oportunidad. A pocos metros, también a pie de muelle, Susana Díaz comparte el mismo rasgo en su mirada. Su hermano Carlos se marcha como oficial, «algo de lo que estamos muy orgullosos». Pero existe otro sentimiento vagando entre los asistentes a la despedida: el de la envidia por no poder repetir el viaje. Compañeros como Juan Carlos Fraga aprovechan los últimos minutos ante de la salida del barco para dar los últimos consejos y revivir una vez más su propia despedida. «Les tenemos mucha envidia porque no podemos volver a navegar». Para Juan Carlos lo único que le puede a los que parten es que aprovechen al máximo cada minutos que estén a bordo del Elcano. «Solo podemos decirle que se lo pasen muy bien y disfruten. Una de las experiencias más bonitas es llegar a puerto después de 15 días navegando y conocer otra cultura, otras personas, otra vida». El silbato llama a filas y poco a poco guardia marinas y oficiales apuran el último abrazo, el último beso y las últimas palabras de aliento. Sentimientos que servirán para reconfortar a los tripulantes durante los cuatro meses siguientes. Imágenes que se quedan grabadas en la memoria y recordarán día a día.
María duerme, ahora en los brazos de su madre. Apenas se ha dado cuenta de las carreras, de las vallas levantadas para facilitar el paso y de los cañones lanzados al aire. Duerme tranquilamente a la espera de que su padre vuelva para acunarla de nuevo.