Economia

La automoción: una industria siempre en el ojo del huracán

Los elevados costes de preparación y los abultados plazos de los modelos convierte en oro cualquier información sensible

PARIS. Actualizado: Guardar
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Uno de los objetivos preferidos del espionaje industrial es el sector de la automoción, cuyos productos suelen ser desarrollados con enormes costes y tras años de investigación, en medio de una competencia feroz. En un documento confidencial publicado en 2007 por el diario económico francés 'La Tribune', los servicios franceses de inteligencia ubicaban al negocio del automóvil como el más afectado por el espionaje económico, junto a las industrias farmacéutica, de defensa y aeroespacial.

«Las razones son muy sencillas», según el diputado francés Bernard Carayon, experto en cuestiones de inteligencia económica: «Como son necesarios 10 años para sacar un automóvil, 12 para colocar en el mercado una molécula farmacéutica, 20 años para un avión o 25 para una programa espacial, la tentación de robar (información) es efectivamente muy grande».

«Cuanto más largo es el ciclo industrial, más difícil es mantener el secreto y mayor es la tentación», subraya el parlamentario.

El presidente de la Compañía Europea de Inteligencia Estratégica (CEIS), Olivier Darrason, destaca que el sector del automóvil está especialmente afectado por el espionaje ya que «la competencia en este sector es muy agresiva, mucho más que en otros». «Lograr obtener de manera indebida secretos de fabricación permite ganar varios años», dice.

Un ex responsable de inteligencia económico, que requirió el anonimato, aseguró que las motivaciones de quienes se prestan al espionaje no han variado en las últimas décadas. «La gente lo hace por dinero, por mujeres, o por cuestiones de ego», asegura.

Para evitar el espionaje, el responsable distingue tres niveles de protección. En primer lugar, las «precauciones elementales», como evitar conversaciones en un teléfono móvil en un tren, redactar un informe en un avión ante la mirada de un vecino de asiento, o, en la era de internet, intercambiar proyectos en documentos adjuntos en un correo electrónico.

El segundo nivel, el de las «precauciones técnicas», se refiere al control de acceso a lugares sensibles. «No se ingresa en un laboratorio militar en Reino Unido si no se tiene pasaporte británico», afirma este experto. El tercer nivel es ya el de las operaciones muy sofisticadas de espionaje industrial: intercepciones, escuchas y otros pirateos informáticos.