El eclipse que Cádiz casi se pierde
Pocos gaditanos pudieron disfrutar ayer del fenómeno astronómico, la mayoría inmersos en sus tareas cotidianas
SAN FERNANDO.Actualizado:Abrió el maletero y cogió sus botas de agua de color verde oscuro para ponerlas en el suelo. Luego dio media vuelta y se apoyó en su filo para desabrocharse los zapatos. En el interior se podían ver varias cañas, cubos y aparejos. Era una buena mañana para pescar y así lo corroboró la decena de coches que estaban aparcados en la playa de Camposoto de San Fernando, cuyos conductores parecían imitar el ritual de Rafael Gardón.
Sin embargo, ninguno reparó en lo que vieron los ojos de este último. En vez de cerrar los párpados cada vez que levantaba la cabeza, Rafael puso la mano en la frente para señalar una peculiaridad del Sol de esa mañana. «Parece una luna», exclamó llamando la atención de uno de sus compañeros más cercanos.
Rafael fue uno de los pocos gaditanos que pudieron deleitarse con el eclipse parcial de Sol que se observó ayer desde la provincia. De hecho, este fenómeno se pudo apreciar sin ninguna molestia climatológica, ya que las nubes que se encontraban en el cielo no impidieron la vista de la salida del astro.
A las 8.19 horas el Sol ya mostraba un mordisco en su esférica forma y en minutos recuperó su estado original. De hecho, aunque el eclipse alcanzó su máximo a las 8.52 horas y finalizó a las 10.06 horas, en la provincia fue casi un visto y no visto.
La mayoría de los gaditanos ni siquiera se había enterado de la posibilidad de ver este eclipse parcial y a muchos les cogió en la cama. Incluso los que a esas horas andaban por la calle entre edificios ni siquiera se percataron de él, sólo aquellos que se encontraban en sitios despejados.
Fue el caso de Pedro Jiménez que como cada mañana temprano decidió salir a correr y hacer la subida de la ermita de San Servando y San Germán, el conocido como Cerro de los Mártires. Uno de los puntos más altos de San Fernando y desde donde la vista alcanza hasta Chiclana. «Es una pena que no traiga las gafas y no pueda verlo bien».
Sin gafas de sol
Es algo que ocurrió a todos, que este eclipse les cogió de imprevisto y sin los utensilios necesarios para poder observarlo sin que la vista corriera ningún riesgo. Pasó inadvertido, un sólo vistazo que se convirtió en una anécdota que contar luego entre familiares o amigos.
Uno de los mejores sitios donde se pudo observar este fenómeno astronómico fue en el recinto ferial de la Magdalena y las inmediaciones del puente Zuazo. Totalmente despejados de edificios y con las marismas como telón de fondo, desde allí se pudo apreciar cómo la bola naranja surgía del suelo faltándole un pedazo. En estos primeros instantes una mano en la frente o el gesto de semicerrar los ojos eran suficientes para ver el eclipse sin que molestara a la retina.
«Mira que cosa más curiosa. Creo que es la primera vez que veo uno». Los trabajadores municipales que pasaban por el lugar comentaban uno a otro la imagen que procedía del cielo, para luego irse a desayunar. Así acabó. Sin grandes concentraciones ni grupos que discutieran la peculiaridad de lo ocurrido.